jueves, 25 de enero de 2018

Amanece un nuevo día

Amanece un nuevo día, me despierto a tu lado, amanezco a tu lado y no te he tocado,  creo que sólo lo he soñado. Este día que empieza y un halo de tristeza quiere aferrarse a mi pecho, y es que anhelo tus labios, me falta tu piel, añoro el sonido de tu respiración, me falta la música de tu voz, hoy tendré que conformarme con oirte tras el frío teléfono.
Es extraño, lo sé, pero son tan diferentes los días cuando tu despiertas a mi vera, cuando lo primero que mis ojos ven es tu rostro, cuando lo primero que mis oídos escuchan es tu voz que, entre sueños, me da los buenos días. Estas y otras pequeñas cosas son las que lo hacen diferente, y tu la que lo hace mejor.
Son muchas las veces que he pensado en dejar de hacer esto, hace muy poco que he empezado, y tampoco se me da excesivamente bien, si sigo escribiendo es por ti, porque tu me animas a ello, porque tu me empujas a seguir poniendo negro sobre blanco todo lo que antes se quedaba en el interior, tu me inspira para expresar con palabras lo que siento, para poner letra al ritmo de mi corazón.
Amanece un día más, y cuento los segundos que faltan para poder verte, el tiempo que tardaré en sumergirme en esos ojos que por azar un día encontré,  y que quisiera no perder jamás.
No negaré que lo he intentado, que siguiendo tu consejo, he tratado de hacer algún poema, pero no sale la rima, y se resiste el verso ...  debe de ser cosa mía, yo creo que va a ser eso. A pesar de ello, seguiré intentado,  otra cosa no, pero a terco no me gana nadie, y nunca me doy por rendido. Dicen que perro viejo no aprende trucos nuevos, pero este viejo se aplicará en el entrenamiento y no se conformará con quedarse ladrando a las puertas del cielo (como decía Sabina).

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