sábado, 5 de noviembre de 2022

EL BARRIO

 EL BARRIO

Aquellas calles le habían hecho quien era, esforzarse siempre al máximo tratando de salir de un entorno donde la pobreza se podía oler.

Incluso las instituciones se habían olvidado de ellos, las calles no se asaltaban desde el día en que las construyeron, de hecho el negro pavimento era casi inexistente, quedando algún pequeño vestigio como prueba de que en algún momento había existido.

Pero en el barrio no todo era malo, al contrario, era algo más que un barrio, era una gran familia donde todos se preocupaban por todos, donde los niños eran de su padre y su madre, aunque parecían serlo de todos, pues allí donde estuviesen jugando allí merendaban todos.

No eran muchas casas las que componían el barrio, un pequeño núcleo de sesenta viviendas sociales construidas para albergar al mismo número de familias desfavorecidas por la vida. Aunque ese había sido el eslogan oficial, la realidad era bien distinta, habían sido levantadas para alejar a aquellas personas de un barrio residencial lleno de grandes y lujosos chalets donde habitaban importantes políticos, empresarios y “gente bien “ que no querían ver a personas sin recursos merodeando por las mismas calles que ellos transitaban en sus lujosos vehículos

En el barrio se había creado una pequeña escuela, del mismo estilo que las del rural, esas donde en el mismo aula imparte clase un único profesor para todas las edades. Era Don Ernesto el encargado de intentar que todos aquellos pequeños aprendieran a leer, escribir y hacer algunas cuentas, mientras trataba de que recibiesen unas nociones mínimas de como comportarse en una sociedad que les quería lejos.

Don Ernesto era un maestro de aquellos de antes, con los que la disciplina era fundamental, pero tenía el hombre un corazón tan grande que se dejaba en aquellas criaturas algo más que la paciencia intentando hacer de ellos hombres y mujeres de provecho.

Sin duda su sueldo no era elevado, pero consciente de que el hambre era fiel compañera el barrio, se dejaba sus ganancias mensuales en aquellos pequeños estómagos. Cada día dejaba el aula a cargo de alguno de los mayores durante los diez minutos anteriores al recreo mientras él iba a la cocina y lo preparaba todo, luego llamaba a un par de los de más edad que se apresuraban en llegar donde él y ayudarle a repartir entre todos los alumnos un vaso de leche y un trozo se pan.

Antonio había tenido la suerte de haber estudiado con aquel hombre, él le había enseñado no sólo las materias que impartía en el aula, sino también el valor de compartir con quienes tienen menos.

Fue Don Ernesto quien le ánimo a estudiar más allá de los temarios obligatorios, quien por las tardes le daba clases de otras materias y ampliaba sus conocimientos invitándole a leer obras de los grandes pensadores y filósofos, quien le prestaba libros de ciencia… en definitiva, fue quien le empujó a crecer y a creer que otro futuro era posible.

Don Ernesto se encargó de conseguirle una beca para proseguir con los estudios de bachillerato, y luego la universidad. Antonio siempre estuvo agradecido a aquel hombre que había cambiado su vida.

Un golpe de suerte y el duro trabajo habían colocado a Antonio entre los directivos de una gran empresa, lo que le proporcionaba una vida fácil y sin estrecheces. Pero él no olvidaba las enseñanzas de su primer maestro.

En el barrio nadie sabía que había pasado, el caso es que de repente habían dejado de pasarles los recibos del alquiler, el agua y la luz. Algunos habían tratado de averiguar, pero solamente les decían que todos los recibos estaban al día, que no había ninguna deuda y tampoco ni un error.

Pasados unos meses las máquinas llegaron al barrio, poniendo en alerta a todos durante las primeras horas, y dejándoles boquiabiertos al ver cómo iniciaban la reparación de aquellas cuatro calles.

Al mismo tiempo comenzaron la construcción en una parcela anexa y que siempre había estado vacía.

Las obras duraron quince meses, y unos días antes de navidad llegó a todas las casas una invitación para la inauguración, les invitaban a una cena, a todos, no querían que faltase nadie, niños y mayores debían acudir la noche del 24 de diciembre. Tan sólo les pedían que llevasen su mejor sonrisa.

El edificio tenía un gran cartel que permanecía tapado, y que así estaría hasta el momento de la cena.

Y fue entonces cuando sin que nadie tocase nada la gran tela de desplomó al suelo y un sepulcral silencio se hizo en el enorme pabellón donde se habían dispuesto mesas y sillas para una gran cena de nochebuena en familia. Aquel cartel rezaba de la siguiente manera:

En recuerdo a  Don Ernesto Giráldez, gran maestro y mejor persona.

En agradecimiento a su esfuerzo y dedicación en favor de todos los niños y niñas del barrio, que disfrutamos de un vaso de leche y un trozo de pan cada día, satisfaciendo así el hambre de nuestros estómagos, mientras sus enseñanzas alimentaban nuestras mentes.

Tras el asombro inicial se escuchó una voz que gritaba - ¡a comer, que la cena se enfría! – y todos comenzaron a cenar, mientras se comentaba quien podría estar detrás de todo aquello.

A día de hoy siguen sin saber que el nuevo colegio, en cuyo pabellón de deportes se sigue celebrando la cena de nochebuena cada año, y esos recibos que siguen sin llegar es todo obra de uno de sus vecinos, alguien que pudiendo estar lejos prefiere estar allí donde se crió y donde aprendió la importancia del verbo ayudar.


C. RODRÍGUEZ 

5/11/2022

miércoles, 26 de octubre de 2022

UN AÑO MÁS

 

UN AÑO MÁS

 

Un año más llegó tu aniversario,

un año más te deseo lo mejor,

un feliz día algo más que especial.

Felicitarte en persona quisiera,

la distancia entre nosotros

eliminar quisiera.

Que en este día mis brazos

rodeándote mis brazos estuvieran,

que el calor de mi amor sintieras.

Me faltan palabras,

me sobra distancia,

se acumulan añoranzas.

Y más no me enrollo,

que esto se hace largo

y lo mismo te aburro.

Reitero mi deseo,

que el día especial sea,

y de felicidad tu Alma llene.

 

C. Rodríguez

25/10/2022

DOBLE VIDA

 

DOBLE VIDA


Siempre había sido alguien extremadamente introvertido, ya en el colegio le costaba hacer amigos, y todavía más mantenerlos.

Había tenido algunas relaciones de pareja, pero por haches o por bes todas habían terminado.  No era que él no se implicase en aquellas relaciones, pues siempre se había desvivido por cada una de sus parejas, pero aún así … no funcionaba.

Después de aquel abandono sin explicación y cansado de tanto fracaso amoroso optó por revestirse con una coraza de indiferencia y  aislarse entre las cuatro paredes de aquella pequeña habitación.

Había convertido aquel dormitorio en su refugio, allí nadie podía hacerle daño, no volvería a sufrir por amor.

Pero el mundo estaba afuera, y no tenía más remedio que continuar siendo parte de aquella sociedad que no entendía, de aquel amasijo de cuerpos que iban y venían por las calles con la mirada perdida en una pantalla y el corazón vacío de sentimientos. Una sociedad donde la mentira de las apariencias había ganado la guerra a la verdad de la humanidad.

Cada vez que salía por la puerta de su dormitorio lo hacía vestido con aquella armadura, se ponía una sonrisa en la cara y se armaba con un descaro que no tenía. Sólo así podía enfrentarse a una insustancial vida.

Con aquella armadura era capaz de todo, o casi. Podía hablar con cualquiera, piropear a las mujeres e incluso bromear con lo fácil que se había vuelto el encontrar sexo sin ataduras. Incluso en alguna ocasión se permitía tener ese tipo de relación insustancial donde únicamente importaba el placer del momento sin dar pie ni opción a los sentimientos.

Y así se fue creando una reputación, había entrado el nivel de los mujeriegos sin escrúpulos a los que nada importaban las mujeres con las que había estado.

Luego,  regresaba a la soledad de su alcoba, allí donde sí podía ser él, y llorando como un niño recordaba a las mujeres de su vida real, aquellas a las que había amado y, por qué no decirlo, seguía amando.

Ellas seguirán ocupando un gran espacio en su afligido corazón.

Allí, en la guarida de sus cuatro paredes era otro, allí no había apariencias, solamente realidad, sentimientos, lágrimas y dolor, y como había de convivir con ellos, buscó la forma de halos salir  de que todos aquellos fantasmas tomasen cuerpo y se manifestasen. Busco el modo de dar vida a lo que en su pecho sentía, de hablarle a las mujeres que amaba, de vivir las historias de amor que tanto anhelaba y que en la sociedad no encontraba.

Y así, casi sin darse cuenta, iba rellenando páginas con una vida que no vivida y deseada y otra no deseada y vivida. Las dos caras de una misma moneda, la incoherencia que le abrumaba, las mil historias que en sus textos y poemas plasmaba. Esa doble vida que le mataba.

 

C. Rodríguez

22/10/2022

DOMINGO

DOMINGO

 

El día amanecía gris y melancólico, como suelen hacerlo los días del otoño en esta tierra gallega. Las nubes amenazaban desde el plomizo cielo con comenzar a llorar en cualquier momento. Pero era domingo y  eso lo cambiaba casi todo.

Sonó el despertador y nada costó que saliera del cálido abrazo del edredón, y es que era domingo, y no importaba que apenas estuviese amaneciendo en ese momento.

Una ducha comenzaba el protocolo dominical, un café y algo dulce para acompañar la negra y amarga bebida, que hoy no importaba que casi se hubiese quedado frío, total … era domingo.

Una mirada al reloj, y un empujón a las últimas cosillas que debían entrar en la mochila, seguro que algo se habría quedado atrás, algo se habría quedado olvidado, pero ya no importaba, era domingo.

Una carrera, tres tropiezos al bajar las escaleras, un patinazo en el recién fregado suelo del portal del edificio y el gran porrazo contra la pared, pero nada de aquello importaba pues era domingo.

Sí, era domingo,  y ni el cuerpo aún dolorido del golpe, la seguridad de que algo faltaba en la mochila, las ojeras del madrugón y las amenazadoras nubes borrarían la sonrisa de mi cara.

Por fin había llegado el domingo, toda una semana esperando este momento, una semana de impaciencia y resignación que por fin llegarían a su fin.

Era este el día en que salía de la aburrida rutina diaria y me sumergía en la frondosidad de los bosques, cuando mis botas recorrían aquellos senderos hoy casi olvidados y que otras fueron esencial elemento en la cotidiana vida de nuestros ancestros.

Aunque esto me hacía feliz, no era este el propósito de mis dominicales escapadas, los domingos tenían un propósito especial…  verla a ella, su sonrisa, sus ojos, su pelo,  su cuerpo… escuchar su voz, su risa cada vez que de mí boca salía alguna tontería.

¿Cómo era posible que después de tanto tiempo, de tantos kilómetros compartidos, de tantas horas de charla, todavía no fuese capaz de decirle lo que su mirada provoca en mi?

Y aquí estoy, un domingo más esperando que su sonrisa oculte las nubes y sus ojos hagan brillar el sol.

C. Rodríguez

17/10/2022 

FUERA DE CONTROL

 

FUERA DE CONTROL

 

Un cruce de miradas,

tan sólo eso hizo falta,

y mi mundo de tristezas

en un parpadeo ella desmoronaba,

frenético mi corazón latía,

mi cabeza nada entendía,

mientras esto sucedía,

fuera de control

mi cuerpo temblaba,

tal vez los nervios fueran,

quizás el miedo que me podía,

quedose muda mi garganta,

mi voz no fluía,

la boca cual esparto seca,

un suspiro contenía,

aire que en mi pecho faltaba,

descontrolada taquicardia

que al corazón provocaba.

 

C. Rodríguez

13/10/2022

VEINTE AÑOS, QUE NO SON NADA.

 VEINTE AÑOS, QUE NO SON NADA.


Estaba allí sentado, tal como lo había hecho cada viernes desde hacía ya unos años, con mi mente en blanco y la mirada perdida en el negro abismo de una taza de café. Probablemente mil ideas habrían pasado por mi cabeza en todas aquellas tardes, pero esta vez era distinto, una extraña sensación me había acompañado durante todo el día, y  parecía que mi mente se negase a realizar esa tarea básica de pensar… con lo difícil que era callarla cada vez que me sentaba meditar y hoy se había callado sin más.

Durante todo el día había tenido la sensación de que algo iba a suceder, y esta inquietud había ido en aumento a medida que las horas corrían en el reloj, aunque nada fuera de lo habitual había ocurrido durante la jornada laboral.

De repente sucedió, el sonido de unos zapatos bajando la escalera que daba acceso a aquel viejo café me sacaron de la abstracción en que estaba y me hizo levantar la mirada, aunque dudo mucho que realmente fuera el sonido de sus pisadas, pues este era ocultado por la música que sonaba en el local.

No eran mis ojos los únicos que contemplaban la escena, como espectadores ante la gran pantalla de un cine esperando el desenlace de la escena clave de la película. Unos zapatos de tacón alto, negros y brillantes como el azabache, marcaban el inicio de unas largas piernas perfectamente torneadas y envueltas en unas medias de fantasía también negras.

Bajaba lentamente la escalera, como si fuese consciente de que todas las miradas estaban puestas en ella y se recrearse en mantener el misterio y la incertidumbre de quien estaría al final de aquellas dos esculturales columnas, haciendo una breve parada en cada uno de los peldaños. Mientras tanto sujetaba con delicadeza un ajustado vestido de raso verde esmeralda, como tratando de impedir que la pronunciada abertura lateral dejase ver sus músculos.

No, no exagero si os digo que aquellas piernas parecían no tener fin, pero sí lo tenían… y que fin…

Un peldaño más y aquel cuerpo de guitarra perfectamente recortado y delineado por la suave tela del vestido comenzó a dejarse ver. Atentos estaban mis ojos ansiosos por descubrir el resto a medida que se sucedían los escalones.

Os aseguro que aquel escultural cuerpo no fue lo que más me impresionó, un par de peldaños más tarde mi mirada se clavaba en aquellos ojos de color miel, haciendo brevísimas escapadas a lo largo de una larga y ondulada melena negra.

Se detuvo en el pequeño rellano que a dos peldaños del final de la escalera permitiría escudriñar el local, cosa que hizo con la misma calma con la que había bajado hasta allí.

El local estaba lleno, no quedaba ni una sola mesa libre, y si aquella hermosa mujer había quedado de verse allí con alguien, este no había llegado.

Su mirada se detuvo al llegar a donde yo me encontraba, una pequeña mesa para dos en una esquina del local, semi tapada por una columna de madera delicadamente tallada.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando ella retomó el movimiento y sin razón alguna se dirigió hacia mí.

Yo era el único que estaba solo en el local, por eso siempre me sentaba en aquel recogido rincón

Al llegar a la altura de mi mesa se detuvo, -¿Podría compartir mesa contigo? Si es que no esperas a nadie, el local está a tope y parece que no hay ningún otro sitio libre-.

En aquel momento mi sangre pareció helarse, mi garganta se secó de tal manera que me fue difícil articular palabra. A duras penas pude pronunciar un tímido “sí, por supuesto” , seguido de un torpe gesto con la mano señalando la silla vacía.

-No sabes cuánto te lo agradezco, estos zapatos me están matando y necesito refugiarme en algún sitio.

Aquellas palabras encendieron todas mis alarmas, ahora que estaba a poco más de un metro de mi podía ver mucho mejor aquellos hermosos ojos, pero un velo de miedo enturbiaba su brillo.

En pocos segundos teníamos a nuestro lado a la camarera lista para tomar nota.

-A mí ponme otro café, por favor- Dije como queriendo romper la tensión que se había quedado en el aire.

-Yo no tomaré nada, me iré enseguida- dijo ella, como buscando una escusa para no consumir.

Un interminable silencio se mantuvo entre nosotros durante unos segundos, yo no quería incomodarla preguntando por aquel miedo evidente, preferí darle tiempo a calmarse un poco, y entonces ella lo rompió de forma contundente.

-Perdona, que mal educada soy, mi nombre es María, y te juro que esto no lo he hecho nunca- me dijo mientras bajaba su mirada a la mesa. -la verdad es que no sabía dónde meterme, y ahora mismo estoy muy avergonzada por haber roto tu tranquilidad.

-No te preocupes, no has roto nada ¡al menos que yo haya visto!

Una sonrisa pareció escapar de sus labios, pero algo parecía inquietarla sobremanera, se la notaba en tensión, como si estuviera huyendo de algo o más bien de alguien, y esto, en cierto modo, sí me preocupaba, lo que menos quería era verme envuelto un problema fuese de la índole que fuese. Pero solamente había una forma de averiguar qué estaba sucediendo, pero… ¿como preguntar por esa delicada situación a alguien que acabas de conocer? Afortunadamente no fue necesario, ella misma me explicaba una historia que parecía sacada de una serie televisiva.

Ella hacía cerca de dos años que iniciara su relación con un chico del barrio, se conocían casi de toda la vida, pero nada había surgido hasta que coincidieron en la boda de su amiga Candela, resulta que Alfonso, que así se llamaba el individuo en cuestión, era amigo del que ese día se convertía en marido de Candela.

Su relación había ido muy bien hasta hacía apenas tres meses, sin saber cómo ni porqué él había comenzado a comportarse como un auténtico celópata, acusándola continuamente de estar coqueteando con toda aquel que estuviera a menos de diez metros de ella.

Esa noche todo se había ido de madre, habían ido a una fiesta de antiguos alumnos del instituto donde ambos habían estudiado, y como era lógico ella había saludado a aquellos compañeros de aula a quienes hacia años que no veía. Alfonso parecía haberse vuelto loco, y en varias ocasiones la había apartado de aquellos con quienes se encontraba conversando de no muy buenas maneras.

La agresividad de Alfonso había ido en aumento y María se había asustado demasiado como para quedarse a esperar que pasaba. Sin ni tan siquiera recoger su bolso y su abrigo del guardarropa, había salido corriendo de aquel local y encaminado sus pasos calle abajo. El miedo a que él la siguiese la había empujado a buscar refugio en el café donde yo me encontraba.

El haber dejado atrás su bolso la había dejado también sin dinero, por eso no había pedido nada a la camarera, aunque sin duda le vendría muy bien algo que calmarse un poco sus nervios.

Alcé mi mano haciendo un gesto a la camarera, que acudió a la mesa y tomó nota de una nueva comanda, y en un nada estaba de vuelta con otro café y una infusión de tila.

Todavía no sé cómo sucedió, pero la siguiente escena ya no era de culebrón, pero como la realidad siempre supera a la ficción, dimos el salto a la serie policiaca más típica.

Los ojos de María se abrieron como platos, reflejando nuevamente aquel miedo que minutos antes me había relatado, sus temblorosas manos se aferraron a mi brazo como náufrago al tablón del que depende su vida.

-Es él, por favor… que no me vea – balbuceo aterrada.

Gire mi vista hacia las escaleras y…  allí estaba, plantado cual poste de la luz, con su cerca de metro noventa y un fornido cuerpo fruto, sin duda, de muchas horas de gimnasio.

Desde donde él se había parado la columna de madera le impedía ver a María con claridad, pero esto duró muy poco, como si supiese a ciencia cierta que ella se encontraba en el local continuo entrando.

-¡¡¡Cuidado, viene hacia aquí!!!- exclamó temblorosa y aterrada.

Todavía no sé qué pasó por mi cabeza en ese breve instante, pero mi reacción fue totalmente impulsiva, y probablemente de lo más irracional que se podía haber hecho después de ver como se acercaba aquella mole de músculos que, con el primer guantazo, podría mandarme al hospital.

Sobre el respaldo de mi silla descansaba mi inseparable cazadora de tela tejana, que sin saber como descolgué rápidamente con mi mano izquierda, mientras la deslizaba sobre los hombros de María en un intento de ocultar su vestido y su cuerpo.

Al mismo tiempo, mi mano derecha se colaba bajo su pelo a la altura de la nuca, atrayendo hacia mí su cabeza en un rápido movimiento, que fue continuado por un beso en los labios.

En la posición que habían quedado nuestras cabezas, su rostro quedaba totalmente oculto a la vista de aquel energúmeno, que pasó de largo, dando una vuelta rápido al establecimiento y encarando nuevamente sus pasos hacia la calle.

Cuando vi que había abandonado el local, libere la cabeza de María… -perdona el atrevimiento, pero no se me ocurrió otra forma de ocultarte a plena vista-.

Durante unos segundos María permaneció en silencio, inmóvil. Mientras tanto me prepare para recibir la mayor bofetada de la historia, sin duda era lo que haría… ¿cómo me había atrevido a besarla sin su permiso? Y más acabando de conocerla. Aquellos segundos me parecieron eternos.

De repente María reaccionó, se abrazó fuertemente a mí y tras susurrar en mi oído un simple gracias- posó suavemente sus labios sobre los míos, nuestros ojos se cerraron y ambos perdimos la noción del tiempo que duró aquel beso, esta vez por ambos consentido, entregándonos sin reparo, sin miedo.

Un par de horas más tarde ambos abandonamos aquel viejo café, ella cobijada bajo mi vieja cazadora, yo cobijado en su abrazo.

Juntos volvimos al local del que ella había salido huyendo, no fue necesario pasar hasta la fiesta, el guardarropa estaba junto a la entrada,  recuperamos su abrigo, su bolso… y su libertad.

Aquel fue el primer día de nuestras vidas, ella nacía a una vida sin miedo, yo … yo lo hacía a un amor de sueño, de cuento de hadas….

Pero esta historia no terminó allí, allí fue donde empezó, y allí… a ese viejo café, es al que regresamos cada tarde tomados de la mano para sentarnos en la misma mesa, tras la misma columna, para que la misma camarera nos atienda, y mientras nos miramos volvamos a repetir aquel “cuidado que viene “ y volver a fundirnos en un interminable beso que dura ya veinte años, veinte años, que no son nada.

C. Rodríguez

4/10/2022

 

NO QUIERO OLVIDAR EL AMOR

 

NO QUIERO OLVIDAR EL AMOR

 

Alejarme quise del amor,

a enamorarme volver no quería,

atrás dejar las heridas,

las lágrimas y las espinas,

mas el corazón no entiende

de razones y cordura.

 

Alejarme quise del amor,

pero fue imposible,

atada estaba mi Alma

con correas invisibles

en otros tiempos y otras vidas

por dos corazones forjadas.

 

Alejarme quise del amor

 mas no estaba él por la labor,

aferrabase a mi corazón,

por arterias y venas circuló,

de su alegría mi cuerpo inundó,

en el Alma ya no siento dolor.

 

Ya no quiero olvidar el amor

 

C. Rodríguez

30/09/2022

TODO, NADA

 

TODO, NADA

 

Me sumergí en tu mirada,

en la profundidad de tus ojos,

tome aliento

del aire que tu boca exhalaba

y entre bocanada y bocanada

en el dulzor de tus labios

yo me alimentaba.

 

Ya no buceo,

mas el aliento me falta,

a ninguna profundidad desciendo,

pero sin tu aire,

siento que voy muriendo,

y no encuentro alimento,

que el hambre que de ti tengo

sacie ni tan sólo por un momento.

 

Me perdí en el bosque de tus cabellos,

rescatabanme las llenas de tus dedos,

cuando con delicadeza tu pelo atusabas,

a la suavidad de tus manos abrazado,

dormido me quedaba,

en tu fragancia arropado,

mientras tu voz susurraba,

un delicioso te amo.

 

Fueronse los te amo,

ya en tu pelo no me enredo,

no me encuentran tus dedos,

aunque yo siga perdido,

no me arropa tu fragancia,

ya tu voz no me susurra,

aún teniendo rota el Alma.

 

C. Rodríguez

29/09/2022

martes, 27 de septiembre de 2022

JUNTO A UN CAFÉ FRIO

 

JUNTO A UN CAFÉ FRIO

 

Mi mente en blanco,

la mirada perdida en un café,

levanto la vista

y ahí está ella,

el día se ilumina

aunque llegando este el anochecer.

 

Baja la escalera,

esboza una sonrisa,

un hola de su boca vuela,

con el que alegra mi día,

los nubarrones espanta,

si afuera llueve ya nada importa.

 

Hablamos de trivialidades sin importancia,

nada importa, mientras su voz suena,

de música mis oídos llena,

nota a nota mi Alma alegra,

mientras mi mirada absorta

el movimiento de sus labios observa.

 

Quisiera besarla,

mas no me atrevo,

de no volver a verla

hoy tengo miedo,

sin dejar de mirarla

ni siquiera un momento.

 

El tiempo ha pasado,

a su lado la noción pierdo,

de volver a casa

la hora ha llegado,

me despido

su próxima visita deseando.

 

Regresa mi vista,

a un café que se ha enfriado,

ojalá esto

sucediese a diario,

ojalá el miedo

me dejase tomar su mano.

 

C. Rodríguez.

26/09/2022

 

ALGUIEN JUEGA EN MI COCINA

 

RETO SEMANAL CUATRO HOJAS - AZÚCAR 

ALGUIEN JUEGA EN MI COCINA 


¿Cómo era posible? Había revisado el contenido de cada uno de los recipientes cada día de la semana,  y a pesar de ello seguía sucediendo lo mismo cada día.  Estaba completamente seguro de haber dejado tanto la sal como el azúcar en sus contenedores correspondientes, de haber probado que el contenido fuese el correcto según la etiqueta, además,  los recipientes eran completamente diferentes en forma y tamaño… vamos,  que era imposible equivocarse ala hora de echar mano del que en cada momento hiciese falta.

Cada uno de los días de aquella extraña semana sus comidas eran dulces, pero totalmente carentes de sal. Y no sería porqué no se la hubiese puesto, que estaba seguro de haberlo hecho, y de forma generosa, pues le gustaba que tirase más bien hacia el salado.

Algunos de los platos que había preparado en aquellos días aún se habían podido comer, el azúcar les daba un punto extraño y diferente, pero eran comestibles. Otros terminaron en el contenedor de desperdicios, pues eran totalmente intragables, seguro que ni el más famélico de los perros vagabundos que rondaban el barrio se los hubiese comido.

Era evidente que algo extraño estaba sucediendo en su cocina, uno puede tener un día tonto y equivocarse ¿pero todos los días de una semana?  No, aquello no era normal y estaba decidido a descubrir el motivo de tal desaguisado, resolvería el misterio a cualquier precio, estaba completamente seguro que le saldría más barato que seguir tirando comida.

Lo primero que se le ocurrió fue cambiar el azúcar de lugar, lo sacaría de la cocina y seguro que así no podría volver a equivocarse, y aún así volvió a comprobar el contenido del salero… tal como imaginaba, era sal.

Para ese día había decidido preparar un fabuloso entrecot de buey que se había traído desde el pueblo el día antes.

Todo iba sobre ruedas, había escogido cuidadosamente todos los ingredientes que formarían parte del adobo, la salsa Perrins, los ajos, el aceite de oliva, albahaca y romero, hasta se había esmerado en la elección de la cerveza que debería añadir a ese adobo. Dejo reposar la carne en aquel marinado durante unos 15 minutos, mientras degustaba el resto de la cerveza. Calentó la plancha y cocino la carne hasta dejarla en su punto. Tras retirarla del fuego salpimentó y dejó reposar nuevamente cubriendo el plato para i intensificar aún más los sabores.

Había llegado el momento de degustar aquel manjar ... ¡cáspita!  … había sucedido otra vez, la sal brillaba por su ausencia y sobre el entrecot lucía una finísima capa de azúcar. Esto había ido demasiado lejos, esa misma tarde instalaría cámara de seguridad, tenía que saber que estaba sucediendo allí.

Una nueva sorpresa le esperaba al visionar lo que las cámaras habían grabado. No, no se veía a nadie enredando en su cocina, al menos como hubiese esperado ver. Las imágenes le dejaron aún más confuso de lo que ya estaba.

En el monitor se apreciaba claramente como se abría la puerta de su cocina, también la del mueble donde se encontraba el salero, se podía ver perfectamente como el salero era bajado a la encimera y vaciado su contenido en el paquete de la sal. Acto seguido podía verse como era rellenado con azúcar y vuelto a colocar cuidadosamente en su lugar, como si nunca se hubiese movido de allí.

Lo que no se podía ver era quien hacía esos cambios, todos los elementos parecían moverse solos, levitar hasta situarse en cada punto como si fuesen movidos por un fantasma que permanecía oculto en su invisibilidad..

Esto sí le estaba asustando, no creía estar volviéndose loco, además las imágenes no dejaban espacio a las dudas, algo estaba jugando en su cocina y ese algo era inmaterial.

Pero ¿Qué podía hacer? ¿Por qué ahora y no antes?

Él se había mudado a esta casa hacia más de diez años, después de casi otros dos de esperar a que terminase las reformas que  junto a su novia habían proyectado para lo que habría sido su hogar. Ella no había podido ver las obras terminadas, un conductor ebrio la había arrollado cuando salía de su trabajo matándola en el acto. Él había estado a punto de vender aquella casa, pero algo en su interior se lo había impedido.

En su cabeza daban vueltas mil preguntas buscando una explicación a lo que estaba sucediendo, sin dejar de ver aquellas imágenes en la pantalla ni encontrar respuesta o explicación alguna.

Un fuerte ruido le sacó de su abstracción, procedía del despacho, alarmado corrió a ver que sucedía y su sorpresa fue todavía mayor, tras la gran mesa de roble se movía ligeramente la silla, lo hacía con delicados momentos rotatorios de izquierda a derecha y viceversa, como si alguien estuviera sentado en ella, ligeramente reclinado hacia atrás. Sobre la mesa una carpeta se abrió dejando ver su interior, y como si una mano la guiase se giró hacia él, como mostrándole directamente aquellas páginas en concreto.

Temeroso se acercó al escritorio, era consciente de no haber dejado ninguna carpeta fuera de los cajones del archivador, y menos todavía la que contenía sus informes médicos, sin embargo allí estaba, ante sus ojos, y sobre aquellas páginas el bolígrafo que él había regalado a Soledad unos días antes de su muerte, situado estratégicamente, como señalando un párrafo concreto. Leyó aquel párrafo y todo cobró sentido.

A pesar de los años transcurridos nunca había vuelto a estar con una mujer, no se sentía preparado para una relación, pero nunca se sintió solo, cuando llegaba a casa se sentía acompañado, le inundaba la paz, la misma sensación que sentía entre los brazos de Soledad, probablemente por eso no había querido poner nada de forma diferente a como ella lo había diseñado en sus dibujos, aquellos que guardaba como oro en paño.

Su miedo se volvió tranquilidad, y la paz retorno a inundar su Alma. Ahora estaba seguro, ella nunca se había ido.

Aquel párrafo del informe médico era una clara advertencia, debía dejar la sal en las comidas para que su salud no se viese deteriorada, y Soledad se estaba encargando de que así fuese, ella seguía cuidando de él.

El azúcar, esa era una vieja broma que entre ambos tenían y que ahora había recordado, una broma sobre la dulzura de sus labios.

Llorando se arrodilló junto a la silla que ya no se movía, pero se había girado hacia él, como si Soledad estuviese ahora ofreciéndole su regazo a modo de refugio, mientras entre lágrimas el repetía que la amaba y la amaría eternamente.

 

C. Rodríguez

24/09/2022

miércoles, 21 de septiembre de 2022

EL DOLOR

RETO SEMANAL CUATRO HOJAS - DOLOR FÍSICO

EL DOLOR

No era nueva aquella sensación, el dolor y yo éramos viejos conocidos, no en vano llevábamos toda una vida juntos. Pero en esta ocasión aquella presión en el pecho no me dejaba respirar, y esto sí era algo nuevo.

Alguien había dejado aquel enorme peso sobre mi; por más que intentaba revolverme era completamente inútil cualquier esfuerzo por arrojarlo a un lado, el fuerte dolor me impedía pensar con claridad y retomar el control de mi cuerpo y la situación.

¿Que había sucedido? Parecía increíble que no me hubiese dado cuenta de lo que sucedería, que hubiese sido tan ingenuo e infantil como para creer que todo sería distinto y aquella historia tendría un final diferente al que estaba viviendo.

Lo había intentado en el pasado sin haber llegado a obtener un resultado lo suficientemente serio, como quien simplemente se da un paseo a orillas del mar, dando alguna que otra carrera para que las olas no le mojen los zapatos echándolos a perder.

Siempre fui consciente que no sería fácil aquella empresa, pero merecía la pena poner toda la carne en el asador y lanzarse a perseguir lo que podría perfectamente parecer una quimera, pero aquel sueño era tan real que no podía quedarme quieto viendo como desaparecía ante mis ojos sin yo hacer nada por alcanzarlo, por vivirlo segundo a segundo.

Pero en esta ocasión todo había sido distinto, mi implicación había ido mucho más allá, y las consecuencias estaban siendo más devastadoras de lo que hubiese imaginado en el más pesimista de mis pensamientos.

En otras circunstancias habría buscado asistencia médica urgente, pero probablemente hubiese sido el motivo de conversación en los pocos momentos de ocio que las urgencias reales les dejasen en el hospital.

No, no era el corazón lo que dolía, aunque sí donde el dolor se hacía presente. Aquel dolor provenía del Alma, y para estos casos los galenos no disponen de remedio alguno.

Ella se había ido, sin una palabra, sin un adiós, sin un porqué.

 

C. Rodríguez

20/09/2022

sábado, 17 de septiembre de 2022

EFÍMERA

 

EFÍMERA

 

Que caprichoso el destino,

pudiendo haber sido

en la molécula de agua

átomo de oxígeno,

no pase de ser minúscula gota

en el océano de tu olvido.

 

Fuiste efímera cual suspiro,

¿pero que digo?

si aún suspirando no había

y tú ya te habías ido,

llevándote contigo

del corazón un solo latido.

 

Aunque parecerlo pudiera

no exagero cuando efímero digo,

no es licencia poética

de exagerada comparación

es realidad exacta

del tiempo que estuve en tu corazón.

 

Suspiro que nada dura,

instante en el tiempo retenido,

lágrima recién brotada

en el océano perdida,

del aire que respiro

fuiste tú el oxígeno.

 

Fracción de segundo,

que en ese instante dio sentido

al largo sinsentido

en que mi vida se había convertido,

los disgregados trozos uniendo

de un corazón mal herido.

 

Caricias que no llegaron,

besos que sin serlo

en el aire se esfumaron,

risas por un momento compartidas

para rápidamente ser olvidadas

en el infierno de la noche más fría.

 

C. Rodríguez

17/09/2022

domingo, 11 de septiembre de 2022

QUISE AMARTE

 QUISE AMARTE

 

En la eternidad de los tiempos

quise amarte,

desde lo más hondo del alma

quise amarte,

y todo fue en vano

tú quisiste olvidarme.

Ni te culpó ni te odio,

te perdono y no te olvido,

porque amar es olvidar

cualquier daño sufrido.

Abrazarte quisiera de nuevo,

mas físicamente no puedo,

con hacerlo en sueños,

con eso me conformo,

así el corazón consuelo.

Corazón

que junto al mío latía,

alma

que junto a la mía viajaba,

sentimiento

que compartimos un día.

Quise amarte,

y no me dejaste,

quiero olvidar,

y no puedo,

dime tú que es lo que hago,

dime como seguir adelante.

 

C. Rodríguez.

8/09/2022

MIS MIEDOS

 

MIS MIEDOS

 

Tras los fríos cristales de mis gafas,

en la oscuridad de la noche

rota por el brillo las estrellas

y el reflejo de la luna en las calmadas aguas,

buscaba mi mirada encontrarse con la tuya,

albergando tal vez la esperanza

de hallar en ella de complicidad un atisbo.

 

Volvía el feroz lobo del recuerdo

a despertar viejos miedos,

a señalar viejas heridas,

y desde lo más hondo gritarme

¡no lo hagas, ya has sufrido bastante!

y con su gélido mordisco

dejarme paralizado.

 

Noche estrellada que nos contemplaba,

suaves olas que nos mecían,

mientras su música junto a la arena componían,

luna que al oído me susurraba,

no le temas a nada y bésala,

entre tus brazos acógela

y entre silencios amala.

 

Esa noche la batalla venció el miedo,

mi cobardía frenó el sentimiento,

y otra vez me arrepiento

de no arriesgar hasta el último aliento,

de callar lo quiero gritar al viento,

de enmudecer mi pecho

con la mordaza del tiempo.

Tiempo que no tengo,

pues ante mis ojos te alejas,

y no encuentro palabras,

no encuentro miradas,

no habrá caricias,

se irán con tus sonrisas,

las que reflejaré en mil poesías.

 

Maldita cobardía,

que al silencio me relega,

mientras me habla de prudencia,

y los miedos alimenta,

mientras los brazos me ata

y mis labios calla,

dejando que otra vez te vayas.

 

Quisiera haber podido,

quisiera haberte abrazado,

quería haberte besado,

deseo tenerte a mí lado,

y algún día sin miedo

poder decirte te amo.

 

C. Rodríguez

8/09/2022

NOCHE QUE RECORDAR

 NOCHE QUE RECORDAR

 

Paseando en la soledad de la noche,

entre las luces de faroles y estrellas,

entre el silencio y el ruido de mis zapatos,

vuelvo a escuchar tus risas.

 

Aunque no sean más que recuerdos,

retazos de un ayer nada lejano,

alegran mi Alma como lo hicieron

cuando de tu boca brotaron.

 

Cierro mis ojos para verte,

en cada segundo a tu lado recrearme,

besando tus labios imaginarme

el sabor de tan dulce manjar.

 

Mis manos desean acariciar

esa piel que no pueden alcanzar,

fruto prohibido que a hurtadillas

mis dedos se atrevieron a rozar.

 

Vuela mi imaginación,

y no con intención de pecar,

vuelve a tu lado,

que es donde quisiera estar.

 

Tiempo que me falta,

que entre mis dedos se escapa,

tiempo que dedicarte quisiera,

y que dedico a recordar.

 

Recuerdos que vienen,

que no quiero dejar escapar,

instantes a tu lado,

que no quiero olvidar.

 

Estrellas que juntos nos sentamos a observar,

hoy me miran y me hacen recordar,

el efímero instante en que a punto estuve,

de sin miedos tus labios besar.

 

Desde el firmamento parecen hablar,

mi cobardía parecen recriminar,

la oportunidad haber dejado pasar,

con la duda volverme a quedar.

 

Quisiera volver atrás,

bajo esas estrellas volverte a encontrar,

vencer todos mis miedos y así,

entre mis brazos poderte besar.

 

Oportunidad perdida,

ocasión que no volverá,

recuerdos de una noche,

que en la memoria quedará.

 

 

C. Rodríguez

5/09/2022

FLUYE SOSEGADA LA VIDA

FLUYE SOSEGADA LA VIDA

  

Vuelven ilusiones del pasado,

vuelven aquellos besos y abrazos,

vuelven como si nunca hubiesen faltado.

 

Y en esa falta fue que aprendí a quererla,

cuando el vacío  lo inundó todo,

y en todas partes creía verla.

 

Vuelven los nervios y las mariposas,

vuelven sus ojos y otras mil cosas,

vuelven a sus labios mis miradas golosas.

 

Y de esos labios brotó la paz,

en forma de verbo mil veces conjugado,

insinuando un te amo jamás pronunciando.

 

Vuelven las alegrías y cómplices sonrisas,

vuelven los cafés sin prisas y de las manos los roces,

vuelven olvidados acordes de viejas melodías.

 

Y es que en cada letra encuentro un recuerdo,

cada nota avivar parece el fuego del sentimiento,

y entre compas y compas en sus labios me pierdo.

 

Vuelven aquellos nervios de la adolescencia,

vuelven las manos temblorosas y los fríos sudores,

vuelven las ganas de verla y la impaciencia.

 

Y entre inseguridades e infundados miedos,

no quiero correr y aseguro el paso,

mientras veo el tiempo escaparse entre mis dedos.

 

Vuelven los buenos momentos y los instantes para el recuerdo,

vuelven los abrazos sin motivo y los besos furtivos,

vuelven las manos entrelazadas y los te amo con la mirada pronunciados.

 

Y entre miradas, sonrisas y caricias,

fluye sosegada  la vida

 

 

C. Rodríguez

1/08/2021


LOS DIAS SIGUEN PASANDO

LOS DIAS SIGUEN PASANDO

 

Despierto y gracias doy por ello,

respirando a pleno pulmón,

con cada latido aferrado

a una vida que en silencio

día a día se escapa.

Sigilosa esencia

que palpar no puedo

mas perder no quiero

pues de ella todavía espero

aquello que no me ha negado

pero aún no ha llegado.

Cada segundo disfrutando,

a pequeños sorbos

la vida me voy bebiendo,

con oídos sordos

a los no amigos haciendo,

y las críticas olvidando.

Sigo viendo,

así,

como he aprendido

sin hacer daño

y el recibido sanando.

Así he vivido,

así he respirado,

así en cada latido,

así hasta perder el sentido,

hasta la vida haber perdido.

No soy bueno,

no soy malo,

ni mejor ni peor,

tan sólo soy humano,

tal vez sólo voy amando

mientras los días…

siguen pasando.

 

C. Rodríguez

14/03/2022

 

Despierto y gracias doy por ello,

respirando a pleno pulmón,

con cada latido aferrado

a una vida que en silencio

día a día se escapa.

Sigilosa esencia

que palpar no puedo

mas perder no quiero

pues de ella todavía espero

aquello que no me ha negado

pero aún no ha llegado.

Cada segundo disfrutando,

a pequeños sorbos

la vida me voy bebiendo,

con oídos sordos

a los no amigos haciendo,

y las críticas olvidando.

Sigo viendo,

así,

como he aprendido

sin hacer daño

y el recibido sanando.

Así he vivido,

así he respirado,

así en cada latido,

así hasta perder el sentido,

hasta la vida haber perdido.

No soy bueno,

no soy malo,

ni mejor ni peor,

tan sólo soy humano,

tal vez sólo voy amando

mientras los días…

siguen pasando.

 

C. Rodríguez

14/03/2022

VESTIDO AZUL

VESTIDO AZUL

 

Un código de barras llama mi atención,

un hola entre dudas escrito

las casualidades del universo desató

allí estabais tu sonrisa y tú.

 

Un café muchas veces pospuesto,

cuatro frases diarias tras una pantalla,

y algún mensaje de voz que repito

porque tu risa mi mañana alegró.

 

Un vestido azul y una sonrisa,

como la frágil muñeca de la canción,

una mirada dulce y limpia

que brota del corazón.

 

Si cara a cara nos veremos

eso aún no lo sé yo,

el universo caprichoso

tomará esa decisión.

 

Mientras tanto en la pantalla,

yo te veo en color,

quien sabe si será esta la ocasión

de dejar atrás el dolor.

 

C. Rodríguez

10/03/2022


CAMINANDO

 

CAMINANDO

 

Arrojé al mar mi tristeza, mis lagrimas

en las saladas aguas desaparecieron

cual promesas al viento lanzadas

que jamás serán cumplidas,

pero tampoco olvidadas

por quien un día las escuchó.

 

Dejé que las olas las arrastrasen,

ya no quiero a mi lado tenerlas,

ya no quiero más sentirlas

resbalar por mis mejillas,

ni mi corazón inundando

de recuerdos que mejor apagarlos.

 

Quiero ahora sonreír,

amar y ser amado,

pasear de la mano agarrado

o hacerlo en solitario,

pero sea como fuere …

sé que de amor no se muere.

 

Alcanzarame la muerte algún día,

espero más tarde que pronto,

mas mientras mi hora no llega

a vivir pienso dedicarme

con una sonrisa levantarme

y siempre seguir adelante.

 

Que traerá el destino

a día de hoy desconozco,

mas con Alma agradecida

y el corazón remendado

sigo paso a paso caminando,

de aquella tristeza me voy alejando.

 

C. Rodríguez

28/02/2022

lunes, 14 de febrero de 2022

INCANSABLE

 

INCANSABLE

 

Incansable e inquieta

busca mi mano

el suave tacto

de mi fría y vieja pluma,

deseosa está

de hacer fluir su tinta

con el calor de la incendiada sangre

que por mis venas corre,

de contarle al mundo

lo que mi corazón siente,

de susurrar en tu oído

que es por ti

por quien él late.

Incansable escudriña mi mente

el lingüístico horizonte,

buscando está la palabra perfecta,

la que no deje duda,

la que tus sentimientos despierta,

la que mi Alma desnuda,

y el corazón sosiega.

Incansable corazón que late,

que entre dudas no se debate,

que sin miedos se entrega,

que amando espera

el deseado instante

en que abrazarte pueda.

Incansable caminar,

la senda de la vida recorrer,

sin temor a recordar,

sin miedo a olvidar,

con la alegría de amar,

de amarte y soñar,

de soñar amándote.

 

C. Rodríguez

14/02/2022

DICHOSO

 

DICHOSO

 

Dichoso aquel que discernir puede,

quien amar y querer no confunde,

quien antepone corazón a mente,

quien desea de modo ardiente,

la felicidad del ser amado

sin con ataduras de posesión dañarlo.


Dichoso quién atrás ha dejado

aquello del querer

como si de objeto se tratase,

al que con él la vida comparte.


Dichoso quién a olvidar ha aprendido,

quien sabe perdonar,

quien no teme otra oportunidad dar,

que al ego ha renunciado,

quien siempre lo vuelve a intentar.


Dichoso quién por amor se olvidó de recordar,

quien nada tiene que reprochar,

porque aprecia lo bueno vivido,

y omite el daño sufrido.


Dichoso quién sabe amar sin querer,

quien como yo el amor entienda,

quien sepa recordar sin odios que mostrar,

quien en el alma sabe guardar

el recuerdo de quien no le pudo amar.

 

C. Rodríguez

10/02/2022

SEGUIR SOÑANDO

 

SEGUIR SOÑANDO

 

 

Deseaba abrazarte,

envolver con mis brazos tu cuerpo,

deseaba besarte,

inundarme del sabor de tu boca,

mas silencié mis deseos

y te deje pasar de largo.

 

Quise olvidarte,

de mis recuerdos borrar tu presencia,

quise arrancarte,

cual espina en el corazón clavada,

mas paralice mis manos,

pues dolería más tu ausencia.

 

No quiero olvidar,

prefiero seguir en silencio amándote,

quiero recordar,

cada segundo compartido,

quiero no dejar de amar,

y con que  me ames seguir soñando.

 

 

C. Rodríguez

01/02/2022

SIN NADA QUE DECIR

 

SIN NADA QUE DECIR

 

En cada mirada un suspiro,

en cada latido una balada,

en cada silencio un te amo,

en cada gesto un te extraño.

 

Te fuiste sin decir nada,

sin una sola palabra,

sin una despedida.

 

Sin nada que decir,

quisiera que regresaras,

que todas mis palabras

con un beso callaras.

 

No es fruto del olvido,

mi silencio es respeto,

un te amo ahogado,

el te extraño ahora callado.

 

Abrazarte quisiera,

que tu ausencia no fuera

más que el mal sueño

del que no quiero ser dueño.

 

Por el destino unidos,

por palabras separados,

sueños paralizados,

sentimientos no olvidados.

 

Esperanzas alimentadas,

lagrimas contenidas,

muchos te amo que esperan

el regreso de tus miradas.

 

Sin nada que decir,

quisiera que regresaras,

que todas mis palabras

con un beso callaras.

 

C. Rodríguez

27/01/2022

martes, 25 de enero de 2022

DOS AÑOS CONTIGO

 DOS  AÑOS CONTIGO

 

Dos años desde aquel concierto,

dos años de aquel primer beso,

dos años contigo,

dos años sin ti.

 

Dos años de ilusiones

de sueños y emociones,

dos años de mil te amo

y muchos silencios.

 

Dos años de abrazos y ausencias,

de sonrisas y noches en vela,

de suspiros y lagrimas perdidas.

 

Dos años contigo,

dos años sin ti.

 

Tiempo infinito

por amor marcado,

tiempo de soñar contigo,

tiempo de abrazarme a ti.

 

Dos años han pasado,

mi mente se ha callado,

pero la en mi pecho

el amor ha avivado.

 

Dos años contigo,

dos años sin ti.

 

Dos años de amar,

dos años de soledad,

dos años de perdonar,

dos años para volver a empezar.

 

Tiempo de renacer,

tiempo de creer,

tiempo de amar, tiempo de soñar.

 

Dos años contigo,

dos años sin ti.

 

C. Rodríguez

25/01/2022

YA NO

 

YA NO

 

Ya no lloran mis ojos,

mis lágrimas se han secado,

ya no se escuchan mis lamentos,

mi voz ha enmudecido.

 

Ya no pronuncio ningún te amo,

sin ti no tienen sentido,

tampoco digo te quiero,

pues no tendría destino.

 

Ya mis lágrimas no brotan,

mi corazón se ha sorprendido,

no es que te eche al olvido,

pero otro modo de amarte he aprendido.

 

Ya no sufre mi Alma,

simplemente te ama,

en silencio y en la distancia,

aunque a abrazarte no alcanza.

 

Ya besarte no puedo,

acariciarte tampoco,

pero habitas en mis recuerdos,

y borrarte de ellos no quiero.

 

Ya se acostumbraron mis brazos

a entre ellos no estrecharte,

ya se acostumbro mi voz

y ahoga mis ganas de llamarte.

 

C. Rodríguez

24/12/2021