miércoles, 26 de octubre de 2022

DOBLE VIDA

 

DOBLE VIDA


Siempre había sido alguien extremadamente introvertido, ya en el colegio le costaba hacer amigos, y todavía más mantenerlos.

Había tenido algunas relaciones de pareja, pero por haches o por bes todas habían terminado.  No era que él no se implicase en aquellas relaciones, pues siempre se había desvivido por cada una de sus parejas, pero aún así … no funcionaba.

Después de aquel abandono sin explicación y cansado de tanto fracaso amoroso optó por revestirse con una coraza de indiferencia y  aislarse entre las cuatro paredes de aquella pequeña habitación.

Había convertido aquel dormitorio en su refugio, allí nadie podía hacerle daño, no volvería a sufrir por amor.

Pero el mundo estaba afuera, y no tenía más remedio que continuar siendo parte de aquella sociedad que no entendía, de aquel amasijo de cuerpos que iban y venían por las calles con la mirada perdida en una pantalla y el corazón vacío de sentimientos. Una sociedad donde la mentira de las apariencias había ganado la guerra a la verdad de la humanidad.

Cada vez que salía por la puerta de su dormitorio lo hacía vestido con aquella armadura, se ponía una sonrisa en la cara y se armaba con un descaro que no tenía. Sólo así podía enfrentarse a una insustancial vida.

Con aquella armadura era capaz de todo, o casi. Podía hablar con cualquiera, piropear a las mujeres e incluso bromear con lo fácil que se había vuelto el encontrar sexo sin ataduras. Incluso en alguna ocasión se permitía tener ese tipo de relación insustancial donde únicamente importaba el placer del momento sin dar pie ni opción a los sentimientos.

Y así se fue creando una reputación, había entrado el nivel de los mujeriegos sin escrúpulos a los que nada importaban las mujeres con las que había estado.

Luego,  regresaba a la soledad de su alcoba, allí donde sí podía ser él, y llorando como un niño recordaba a las mujeres de su vida real, aquellas a las que había amado y, por qué no decirlo, seguía amando.

Ellas seguirán ocupando un gran espacio en su afligido corazón.

Allí, en la guarida de sus cuatro paredes era otro, allí no había apariencias, solamente realidad, sentimientos, lágrimas y dolor, y como había de convivir con ellos, buscó la forma de halos salir  de que todos aquellos fantasmas tomasen cuerpo y se manifestasen. Busco el modo de dar vida a lo que en su pecho sentía, de hablarle a las mujeres que amaba, de vivir las historias de amor que tanto anhelaba y que en la sociedad no encontraba.

Y así, casi sin darse cuenta, iba rellenando páginas con una vida que no vivida y deseada y otra no deseada y vivida. Las dos caras de una misma moneda, la incoherencia que le abrumaba, las mil historias que en sus textos y poemas plasmaba. Esa doble vida que le mataba.

 

C. Rodríguez

22/10/2022

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