viernes, 17 de abril de 2020

LLEGÓ EL MOMENTO


LLEGÓ EL MOMENTO

Y llegó el momento,
ya no era aterrador argumento
de libros y cine de ciencia ficción,
pareció dilatarse el tiempo
ese que hacía mucho que no teníamos,
el mismo que a menudo perdíamos.

Tiempo de forzadas separaciones,
de físicas ausencias no deseadas,
tiempo de feroz distanciamiento,
de llamadas antes postergadas.

Tiempo de despedidas en viajes sin retorno,
de lágrimas en la soledad de vacías alcobas,
de lamentar las palabras pronunciadas,
de maldecir los silencios que no rompimos.

Tiempo de esperanza,
de reflexión y autocrítica,
reasignación  de prioridades,
y fijar nuevas metas.

Tiempo de perdón, de olvido.
Tiempo de vida,
porque aunque aceche la muerte,
la vida sigue siendo bella.

Tiempo de amar,
en todos los segmentos de la vida,
amarnos a nosotros mismos,
amar a familia y amigos,
amar a gritos o en silencio,
pero amar al fin y al cabo,

C. Rodríguez
17/04/2020

domingo, 5 de abril de 2020

DIARIO DE GUERRA

DIARIO DE GUERRA

Domingo 5 de abril de 2020, podría ser una fecha más, podría ser un día cualquiera, la verdad es que la fecha es lo menos importante.
Tras 22 días de confinamiento la situación podría decirse que continúa siendo casi la misma, con una salvedad, las bajas en esta guerra siguen subiendo, los muertos siguen apilando se en algunos de los frentes.
Mientras la población se ve obligada a recluirse, tratando de esconderse de este enemigo que nos ha sitiado y al que no podemos ver, un ejército de guerreros se mantiene firme en la primera línea de batalla.
Ellos, aquellos que nunca habían sido considerados, aquellos que habitualmente habían sido tratados con desprecio, insultados y agredidos, hoy son quienes frenan el avance de ese enemigo que desde la sombra nos acecha.
Perdemos efectivos a diario, las bajas son muchas, aunque afortunadamente la mayoría volverán a las trincheras muy pronto, y nuevamente empuñarán sus armas frente al enemigo, vestirán sus batas blancas, verdes o azules,  nuevamente se enfundaran en sus uniformes y con la misma decisión y dedicación volverán a la lucha y lo harán con una sonrisa en los labios, esa que iluminará cientos de salas.
Hoy son ya miles los muertos que contamos, pero esos muertos no son números, esos muertos tienen nombre y apellidos, tienen una historia detrás. Una historia que en la mayor parte de los casos ya no conoceremos, miles de vivencias, anécdotas, recuerdos, momentos de felicidad y situaciones complicadas. Historias, al fin y al cabo, que forjaron y marcaron lo que ahora es este País.
Ellos que con su sangre y su esfuerzo, su sudor y sus lágrimas, levantaron esta España de libertades, ellos que supieron perdonar y que en sus sabias palabras nos recordaban lo acontecido en los aquellos años donde la sinrazón campo a sus anchas, ellos que no entienden los motivos que algunos tienen para abrir viejas heridas que ellos ya habían cerrado.
Todos y cada uno de ellos eran importantes, eran libros que narraban nuestra historia, miles de libros que estamos perdiendo para siempre. Les perdemos entre las llamas de un incendio invisible de devastadoras llamas que les consume desde dentro.
A esta guerra le quedan muchas batallas, contra el virus que nos espera en cualquier rincón, contra la soledad que nos invade en esta reclusión forzosa, contra los fantasmas personales que nos acechan a la espera del mejor momento, contra nuestro ego…
Porque solamente unidos, con respeto hacia los demás y hacia las normas, dejando atrás ese “YO" que hasta ahora marcaba el ritmo de esta sociedad nuestra, egoísta y alejada de valores básicos. Con paciencia, empatía y comprensión hacia aquellos con quienes nos toca compartir esta fracción del infinito espacio tiempo. Tragándose ese absurdo orgullo que no nos deja pedir perdón y nos hace discutir y alejarnos de aquellos a quienes de un modo u otro forman parte de nuestras vidas. Solamente así habrá esperanza de vencer esta guerra.
Veintidós días de aplausos a las ocho de la tarde, un bonito gesto que de nada sirve si nada ponemos de nuestra parte por incrementar las bajas de nuestro enemigo, si nada hacemos por reducir las posibilidades de convertirnos en uno más en esas repletas salas de hospital.
Dejemos atrás la hipocresía de los aplausos y reconozcamos la labor que cada uno de esos hombres y mujeres están realizando todos y cada uno de los días del año y no sólo ahora. Aplaudamos su dedicación también cuando esto pase, cuando el COVID-19 nos parezca un mal sueño del que ya hayamos despertado.
Hoy, he tomado de nuevo la pluma para escribir, para dar las gracias una y mil veces a todos y cada uno de ellos, a todos y cada uno de vosotros. También para pedir perdón por todas las veces en que me he equivocado, en que he guardado silencio en vez de alzar mi voz, por aquellas en las que he gritado cuando lo mejor hubiese sido callar.
Hoy escribo estas líneas del diario de esta guerra como homenaje a todos los caídos en lucha, a los fallecidos, a los infectados, a sus familias y amigos. Homenaje a quienes siguen en primera línea de batalla, médicos, enfermeras, celadores, auxiliares, personal de limpieza, de cocinas, de seguridad, conductores y personal sanitario de ambulancias, policías, bomberos, guardias civiles, soldados, agricultores, marineros, camioneros, cajeras y reponedores de supermercados, panaderos y en definitiva a cada persona que se encuentra en ese frente de guerra.
Gracias a todos, por todo.

C. Rodríguez
5/4/2020