lunes, 11 de febrero de 2019

VIDA PERDIDA

VIDA PERDIDA 

Comienza una nueva semana,
de vuelta en la factoría
el retorno a la rutina me espera,
horario que la vida no concilia,
monótonas horas de tarea repetida.

Comienza una nueva semana,
sensación de horas perdidas,
de vida entre metálicas piezas enterrada,
de sueños por indolentes máquinas sepultados.

Horas mal pagadas, de sudor y lágrimas
que a otros enriquecen
mientras nuestra salud empobrece.

Horas lejos de nuestros hijos,
lejos de quienes amamos,
horas perdidas que con algún regalo
de compensarles tratamos.

Más horas trabajamos ,
para más poder comprarles,
olvidando que es el tiempo
lo mejor que obsequiarles podemos.

Comienza una nueva semana,
y nada habrá cambiado,
será similar a la ya pasada,
será igual a la futura,
sin tiempo de ocio
que compartir en familia,
sólo horas que pasar
encerrado en la factoría.

C. Rodríguez
11/02/2019

domingo, 10 de febrero de 2019

DIAS


DIAS

Días de miedo e incertidumbre,
días de regresar al frío refugio
de una página en blanco,
lienzo vacío esperando ser llenado,
con palabras tal vez no pronunciadas,
por quien ante él dubitativo se sienta,
esperando que el candor de una frase,
le devuelva el calor que antaño perdió.

Días para la reflexión, para pensar,
de analizar y nuevos rubros definir,
días de tempestad y calma necesarias,
para, como mar embravecido,
todas las algas muertas purgar.

Días de mental vorágine desenfrenada,
de ideas entremezcladas, desordenadas.

Días para escribir, para calmar el ánimo,
para relajar sentidos y sentimientos,
para avivar llamas recién prendidas,
días para el silencio elegido,
por ese amor recién encendido.

Días para pensarte,
para despierto soñarte,
para en sueños besarte.

Días de verso y prosa,
de escribir, de borrar
y volver a empezar.

Días sin ti, días por ti,
días de no verte,
días de quererte.

C. Rodríguez
10/02/2019

QUIERO CONTINUAR

QUIERO CONTINUAR 

Son más de treinta horas ya,
en mi desordenada habitación,
mi cabeza no para de dar vueltas
en busca de una solución,
que hacer, que decir,
mejor callar, mejor gritar.

El pasado vuelve a incordiar
¿es tan difícil olvidar?
¡Que viva, y nos deje vivir !

Atrás he dejado su rencor,
por delante, un deseo, un amor,
un anhelo de felicidad,
una historia que escribir,
mil momentos por contar,
un millón de besos por dar,
miles de "te amo" por pronunciar
y "te quiero" por escribir.

Lo que fue, tiempo atrás se terminó,
nada de lo pasado va a cambiar,
no miro atrás, quiero avanzar,
quiero amar, quiero disfrutar,
la vida a tu lado quiero continuar.

Quiero de tu mano pasear,
quiero tu cintura abrazar,
mientras tus ojos
frente a los míos están.

Quiero sentir tu piel,
tus mejillas acariciar,
tus labios con mis dedos rozar,
y acurrucado a tú lado
poder descansar.

C. Rodríguez
10/02/2019

UN FIN DE SEMANA DIFERENTE


UN FIN DE SEMANA DIFERENTE

El fin de semana se planteaba aburrido, el octavo temporal de frío y lluvia visitaba la región y para colmo su ex pareja había decidido no dejar que su hija le visitaste, a pesar de corresponderle según marcaba la sentencia de su convenio regulador.
La llegada de aquel temporal había forzado la suspensión de todas las salidas de senderismo que  las distintas asociaciones y grupos que él seguía y con las que tenía contacto tenían previstas para esos días.
Por si acaso se le pasaba por la cabeza aprovechar para disfrutar ese tiempo de la compañía de su pareja, ella tenía un viaje por temas familiares y estaría fuera de la ciudad todo el fin de semana.
Su mente se negaba a no hacer nada, y su cuerpo renegada de la posibilidad de estar dos días de inactividad casi absoluta.
Comenzó planificar en que ocuparía aquellas 60 horas que tenía por delante. Aprovecharía para liquidar algunas tareas pendientes... ya había terminado de reparar la que sería su nueva mesa de centro para la sala, y este sería un buen momento para hacer el cambio.
También tenía a medias la restauración de aquel viejo mueble de la máquina de coser, los últimos materiales que necesitaba ya los tenía en casa, solo era ponerse manos a la obra, tal vez incluso le diese tiempo de darle una mano de pintura a los marcos de las puertas, que ya tocaba también.
Nada de esto le estaba convenciendo, en estas tareas tendría ocupado su cuerpo  pero su mente seguía dándole vueltas a la situación, seguía pensando en que su niña no estaría con él  por enésima vez ya.
Todo cambió de repente con el sonido de aquel teléfono, una propuesta para acompañar a su pareja en aquel viaje familiar,  ya todo estaba arreglado, sólo era cuestión de coger el coche y zamparse unos kilómetros, algo a lo que él ya estaba acostumbrado.
Tras un par de horas de autopista y carreteras comarcales llegó a su destino, era un lugar tranquilo, donde se respiraba aire puro y paz en todos los rincones, donde todavía se podía escuchar el canto de los pájaros, aunque aquel frío parecía haber enmudecido el mundo que en ese instante le rodeaba.
Los móviles no tenían cobertura, el tráfico era casi inexistente, si acaso un coche cada dos o tres horas, en definitiva,  el lugar perfecto para desconectar y olvidarse del mundo y sus problemas.
Fue aquel un fin de semana diferente, donde el estrés se había quedado en la carretera, un fin de semana de charlas, juegos de mesa y café de pota, un fin de semana sin redes sociales, sin WhatsApp, sin llamadas que rompiesen aquella paz, un fin de semana de esos que hacía mucho tiempo que no disfrutaba.
No era que los problemas hubieran desaparecido, simplemente que se veían de otro modo, como si la distancia los hiciera más pequeños, y cuando se ven de ese modo, se ven más grandes las soluciones.
Ese fin de semana surgieron soluciones a algunos problemas, y para otros se vislumbraba un camino que tal vez llevase a la resolución.
De regreso a casa sus ánimos estaban fortalecidos, había tomado algunas decisiones importantes, y sus ganas de ser feliz habían vuelto. 

Gracias por un fin de semana diferente.

C. Rodríguez
4/02/2019

sábado, 9 de febrero de 2019

SOMBRAS

SOMBRAS

Sombra negra, que con solo oir tu nombre desmoronas vidas, que por los cuerpos corres sigilosa, sembrando daños donde tocas, arrebatando vidas cuando tus frutos germinan. Si, a ti te hablo, a ti que a tantos te has llevado, que de negro has ido tiñendo a quienes quiero, a ti que a fuego marcas tu nombre en las vidas de quienes de cerca te sienten. Si, a ti te hablo, a ti que no te importa si es joven o viejo, si es padre, hijo o hermano, a ti que cruelmente y a traición atacas. Si, a ti, a ti te pido una tregua, un tiempo de paz. Regresas a mi entorno, vuelves a causar dolor, haces brotar rios de lágrimas allí donde yo quiero ver sonrisas. Vuelves, y veo el miedo, ese miedo del no saber, de no entender. Y lo veo en esos ojos que están despertando al mundo, ojos de una chiquilla, que entre juegos y risas casi forzadas, ve como le consumes a él, ve como le arrebatas lo que más quiere en este mundo, y ni siquiera sabe que estas ahí, no sabe tu nombre, pero si ve tus consecuencias. A ti te lo pido, deja que esa chiquilla pueda sonreír, déjala con su padre jugar y que él la vea crecer, a ti te lo pido porque sólo tu eres capaz de desaparecer del mismo modo en que llegas. A ti negra sombra te pido, no, no te pido, te imploro, que te alejes de nosotros con tu mal, que nadie haya de sufrir por tu causa.

C. Rodríguez
3/02/2019

MISTERIOSA DAMA


MISTERIOSA DAMA

Llevaba todo el día lloviendo, aquello parecía el diluvio universal,  el cielo se había cubierto de nubes cada vez más oscuras, los últimos rayos de luz intentaban atravesar aquel espeso manto mientras la noche se iba acercando y amenazaba tormenta.
Tomados de la mano y ya calados has los huesos, corrían calle arriba buscando la protección del portal de su vivienda. A lo lejos una sombra aguardaba inmóvil bajo la lluvia,  era sin duda una silueta femenina, pero no alcanzaban a distinguir de quien pudiera ser.
Lorenzo se apresuró ha abrir el portal del edificio, dejo entrar a Carme y, antes de cerrar pregunto a aquella misteriosa mujer
-          ¿quieres entrar y guarecerte de la lluvia?
-          Gracias por el ofrecimiento,  esta humedad me está destrozando los huesos.
Todavía no habían alcanzado el ascensor, cuando aquella voz retuvo en todo el portal.
-          Os estaba esperando.
Lorenzo, sorprendido, volvió la cabeza hacia la mujer, ahora si podía reconocerla, las luces del portal dejaban ver su rostro bajo aquella empapada túnica con capucha,  era ella.
-          ¿qué quieres? ¿por qué dices que nos esperabas?
-          He venido a buscaros, esta noche vendréis conmigo, ese es mi encargo para hoy.
Lorenzo no podía creer lo que estaba sucediendo, Carmen se aferraba a su brazo mientras temblaba paralizada por el miedo.
-          Pero...  no puede ser, tiene que ser un error, es imposible.
-          No Lorenzo, no hay ningún  error, hoy es el día, esta marcado desde antes de vuestro nacimiento.
En ese momento se escucho un fuerte estruendo en el hueco del ascensor, multitud de golpes, crujidos y chirríos siguieron escuchándose durante aquellos eternos segundos. Cuando el ascensor impactó contra el suelo un ruido ensordecedor se adueñó del ambiente, los ecos de la explosión y una enorme polvareda lo inundaron todo durante un par de minutos, luego sólo silencio.
Cuando los equipos de emergencias accedieron al inmueble encontraron una caótica escena de escombros y hierros retorcidos. La puerta exterior del ascensor se encontraba semi-incrustada en la pared de enfrente, y tras ella dos cuerpos destrozados, dos cadáveres abrazados.
Si, solamente dos cuerpos, en aquel accidente no hubo más muertos, ni heridos, tan sólo Lorenzo y Carmen.
Muchos ya os habéis dado cuenta,  otros todavía estaréis pensando que sucedió con aquella misteriosa mujer que Lorenzo había dejado cobijarse de la lluvia. En efecto esa misteriosa dama no era otra que la negra muerte, que había venido a buscarles.
Aquella noche la misteriosa dama no quiso irse sin más, ya había cumplido su misión,  un trabajo rápido y eficaz, aunque no había sido de los más limpios que había realizado.
No obstante en aquel portal no estaba a solas con Lorenzo y Carmen, y ella no estaba en su lista.
Tuvo que esmerarse mucho para corregir aquel terrible error, ¿como podía ser que nadie la hubiese advertido de la situación con que se encontraría? De haberlo sabido hubiese escogido otro método para realizar su trabajo.
Cuando los equipos de emergencias retiraron la pesada puerta que les impedía llegar a los cuerpos, algo llamo la atención de aquel joven bombero, era como si el muchacho hubiese intentado proteger el vientre de la chica y no todo su cuerpo.
Y en efecto así era, Carmen estaba embarazada y el instinto de padre había llevado a Lorenzo a casi enroscarse sobre la joven.
Cuando retiraron el cuerpo de él, se hizo evidente el estado de gestación de ella, y aquel bombero no dudo un instante, se arrodilló junto al inerte cuerpo de la muchacha, y tocó su vientre mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, todavía no hacía seis meses que su esposa había tenido un aborto espontáneo.
De repente un desgarrador grito inundó el espacio.
-          ¡Un médico!  Rápido, un médico. Esta vivo... el bebé esta vivo... ¿donde está esa camilla? ¡No hay tiempo!
Los segundos se hacían eternos y la impotencia le estaba consumiendo, tomó el cuerpo de la chica en sus brazos y corrió hacia la UCI móvil. Durante todo su recorrido  no dejo de gritar.
-          ¡Está vivo! ¡Está vivo! ¿Dónde está ese médico?
El personal sanitario procedió según marcaba el protocolo, y le hicieron abandonar la zona. La ambulancia no tardó en salir de allí a gran velocidad. Mientras el joven bombero la veía alejarse con sus ojos llenos de lágrimas,  pero esta vez era la esperanza la que le hacía derramar el acuoso líquido.
Al otro lado de la calle, fuera del cordón de seguridad, una figura destacaba bajo la lluvia, una figura de mujer, vestida totalmente de negro de pies a cabeza, cubierta con una amplía capucha que impedía ver su rostro. Si, la misteriosa dama se había quedado esperando el resultado, como asegurándose de que aquella criatura fuese rescatada del interior del frío cuerpo de su fallecida madre.
Las miradas de ambos se cruzaron, no era la primera vez que se encontraban, ella le sonrió desde la distancia y asintiendo con su cabeza en un gesto de conformidad, desapareció entre los curiosos allí reunidos.
Él regresó con sus compañeros al parque, pero aquella inocente criatura no salía de su cabeza, ¿se habría salvado? ¿Habría llegado a tiempo? ¿Tendría una familia esperándole? ¿De no ser así, podrían su esposa y él pedir su adopción? El resto del turno transcurrió sin más intervenciones, pero fue un suplicio para él, aquellas y otras tres mil preguntas no dejaban de rondar su cabeza.
Envío un mensaje a su esposa "Todo está bien, pero llegaré algo más tarde, he de hacer una visita. Te amo"
Nada más terminar su turno, corrió al hospital, necesitaba conocer la respuesta a algunas de aquellas preguntas.
Con los ojos encharcados de nuevo interrogó al personal del centro, y su cara desencajada por la angustia del no saber, estaba despertando una amabilidad y compasión en cuantos se iba cruzando que todavía no alcanzaba a comprender.
Por fin llegó a la unidad de neonatos, pregunto una vez más, pero en esta ocasión si obtuvo respuestas.

-          Es una niña preciosa, y está completamente sana. Si no hubiera intervenido un joven bombero, ahora estaría muerta como su madre. Siento mucho su pérdida, ¿quiere pasar a ver a la niña?
Al oír aquellas palabras el joven se derrumbó, cayó de rodillas dando gracias a Dios por haber salvado a la pequeña.
Mientras las enfermeras le calmaban, le acompañaron a la sala donde se encontraba la niña. Con el permiso del personal, la tomó en brazos mientras explicaba que no era el padre, que el era el bombero y que esperaba encontrasen pronto a la familia de los difuntos padres de aquel ángel rubio que tenía en brazos.
Fue entonces cuando entró en la sala una mujer. Vestía traje de chaqueta azul marino, muy formal y acorde con su trabajo y su edad. El silencio invadió la estancia, aquella aparición no era buena, nunca traía buenas noticias, y en esta ocasión  no iba a ser diferente.
-          La Policía acaba de confirmarme que la niña no tiene familia,  los servicios sociales nos haremos cargo de ella en cuanto el hospital le de el alta.
Luis (el joven bombero) miro a la pequeña y no pudo evitar que algunas de aquellas preguntas que durante horas se había estado haciendo,  saliese ahora de sus labios.
-          Pero... ¿No hay otra solución? ¿no podría alguien evitar su entrada en el orfanato? ¿no se puede hacer nada?
La trabajadora social fue contundente en su respuesta.
-          El procedimiento establecido es ése, no hay alternativa, lo único que podemos hacer es incluirla en las listas de adaptables en cuanto sea posible.
A Luis le dio un vuelco el corazón, permaneció callado sólo unos segundos, pero en su cabeza todo iba tan rápido que le parecieron minutos. No dejaba de mirar a la niña, el recuerdo del malogrado embarazo de su esposa volvía a su cabeza de forma recurrente y sin pensar en nada más, sin consultar con María (su esposa), tomó una decisión que podría cambiar sus vidas para siempre.
-          ¿Y si se quedase conmigo? Inicialmente en acogida,  mientras se cumplen los plazos y se tramita la adopción ¿sería posible?
-          Al fin y al cabo él es quien le salvó la vida. Añadió una de las enfermeras.
La mujer tomó de nuevo la palabra, pero en esta ocasión su voz tenía un tono más amable, parecía haberse colado un poco de humanidad en aquel frío corazón burócrata.
-          No soy yo quien pone las normas, el proceso de adopción es largo y hay muchas parejas a la espera de que sueño de ser padres se cumpla. La acogida temporal pudiera parecer una solución, pero... ¿has pensado como te sentirás cuando la niña tenga que separarse de ti? ¿y en como se sentirá ella? Hemos de pensar en el futuro y en lo mejor para la niña.
-          Quiero convertirme en su padre. Después de su aborto, mí esposa y yo no podemos tener hijos y esta niña se merece una familia.
-          Tal vez, si dispusiésemos de más días,  podría intentar que aceptasen una acogida temporal por vuestra parte, pero tampoco puedo prometerte nada, y mucho menos que os concedan su adopción.
-          ¿Cuantos días necesitas? Pregunto rápidamente una de las enfermeras.
Todos se habían implicado con aquella criatura, y ella parecía agradecer todas sus atenciones y preocupaciones, regalándoles una hermosa sonrisa.
Todo parecía encauzado cuando Luis regreso a casa, ahora debía explicarle a María todo lo sucedido,  no dudaba que ella aceptaría el que ambos se hiciesen cargo de la pequeña, pues a la gran ilusión que siempre le había hecho ser madre, había que sumar el gran corazón que ella tenía, siempre dispuesta a ayudar a los demás, sin importar quien o por qué.
Luis estaba seguro que la pequeña alegraría sus vidas, que ayudaría a María a superar la fuerte depresión en que se había quedado inmersa después de su aborto.
Mientras caminaba por el pasillo del hospital, en dirección a los ascensores, una imagen conocida se cruzó con él, era ella otra vez, con su negra túnica cubriendola por completo. Ella caminaba en sentido contrario, se dirigía a las salas de neonatos. Luis sintió como un escalofrío le recorría el cuerpo, aquella presencia allí no podía presagiar nada bueno. Rápidamente retrocedió sobre sus pasos tratando de alcanzarla, y cuando lo hizo, puso su mano sobre el hombro de la mujer para detener su paso. Aterrado por los motivos que la hubiesen llevado allí, exclamó
-          No por favor, no te la lleves a ella también.
Ella se giro hacia él, y sonriendo dijo.
-          Tranquilo Luis, ahora no vengo a trabajar. Como tu, también estoy preocupada por ella, sólo he venido a verla, ver como esta. Alguien se equivocó y casi me la llevo sin saberlo. Ahora regresa a tu casa, María te espera preocupada.
Aquellas palabras tranquilizaron a Luis, que después de dar las gracias a la misteriosa dama de negro, continuó su camino.
Cuando entró en casa María le esperaba inquieta, nerviosa, no era propio de Luis hacer algo así.
-          ¿Qué ha pasado? ¿de dónde vienes?
Luis estaba eufórico, no sabía por donde empezar, como explicar a su esposa que tal vez pronto podrían dar uso a aquella habitación que meses atrás habían preparado y que ahora permanecía cerrada para que no les trajese más recuerdos de los que ya ocupaban sus cabezas día tras día.
María escuchó con atención toda la historia, a medida que Luis le iba contando sus ojos iban llenándose de lágrimas, la idea de tener a una pequeña correteando por la casa la emocionaba enormemente.
Mientras esto ocurría en casa de Luis y María, la misteriosa dama permanecía en el hospital, contemplaba a la pequeña a través del cristal de la sala donde dormía, ella parecía velar su sueño, vigilar que nada perturbase aquella tranquilidad.
Con la complicidad de alguno de los pediatras, las enfermeras prolongaban la estancia de la pequeña en su unidad, querían así dar tiempo la  trabajadora social para arreglar el papeleo de la acogida temporal.
Durante aquellos días las visitas de Luis y María eran continuas, raro era el día que no coincidían con la misteriosa dama, que también visitaba a la pequeña a diario.
Fue en una de aquellas visitas donde entre todos buscaban un nombre para ella, todas las opciones eran hermosas, pero algo sucedió que marcó aquella decisión, nadie sabía quien había sido, y mucho menos como lo había hecho, el caso es que el cristal junto a la pequeña se empañó de repente, y en el apareció escrito un nombre  "Aisha". Por la misteriosa forma en que había aparecido, todos estaban convencidos, lo mejor sería hacer caso de aquel mensaje, y más cuando María apostilló con rotundidad.
-          Ese será la su nombre, aunque de origen árabe, ella venía predestinada a él, su significado es “viva”.
Nadie se atrevió a decir nada en contra, muy al contrario, apoyaron a María en su razonamiento.
Luis tenía claro quien estaba detrás de todo aquello, pero... ¿como explicarlo? Si se le ocurría hablar de aquello le tomarían por loco, y eso podría hacer peligrar la acogida, y por tanto la futura adopción.
Todos velaban por la pequeña  Aisha, todos se desvivían por su bienestar. Lo que ninguno de ellos conocía, excepto Luis, era de las visitas de aquella dama. Y ni siquiera él conocía cuales eran sus planes.
Aquella misma tarde la trabajadora social recibiría una extraña visita. Se encontraba en su despacho, tras aquélla vieja mesa, sentada en una ya raída e incómoda silla que ni se sabía el tiempo que allí llevaba. Trabajaba en el caso de Aisha, y ya no sabía cómo continuar, la burocracia y las normas establecidas para ese tipo de casos le estaban cerrando todas las posibilidades de poder entregar a la pequeña a Luis y María.
Fue entonces cuando comenzó a sentir que no estaba sola en la oficina,  pero no era posible, era viernes por la tarde y todos se habían ido a casa a las 15:00, estaba segura de haber cerrado con llave al regresar de comer para continuar con aquel rompecabezas burocrático.
Tras preguntar en voz alta varias veces si había alguien allí, decidió salir y comprobarlo, la oficina estaba vacía, las luces y los ordenadores apagados, las ventanas estaban cerradas y la puerta como ella la había dejado, cerrada con llave. No había nadie más que ella en el local, pero seguía sintiendo que no estaba sola, y esa sensación aumentaba a medida que regresaba a su despacho. Trato de tranquilizarse a si misma, se decía que era la presión por no encontrar solución a algo que ella también quería hacer, por no encontrar la rendija legal por la que poder tramitar aquella acogida.
Nada más entrar en el despacho se quedó paralizada, sobre su mesa, encima del expediente de Aisha, había un libro, un viejo reglamento que hacía años no sacaba de la biblioteca, se preguntaba como había llegado allí,  pues estaba segura de no haber sido ella quien lo dejará, ¡pero no había nadie más! Sin duda algo extraño estaba sucediendo, comenzó a pensar que el agotamiento le estaba jugando una mala pasada y la hacia olvidar cosas que si había hecho. Decidió descansar,  recogería todo aquello y ella también se iría a casa.
No hizo más que sentarse nuevamente y cerrar aquel viejo manual de procedimiento, cuando se abrió suavemente la ventana de aquel pequeño despacho, una ráfaga de viento entró por ella y abrió nuevamente el libro, las hojas pasaron rápidamente hasta detenerse en la misma página donde se lo había encontrado abierto,  también se volcó su portalápices, y uno de ellos rodó sobre aquella página hasta detenerse en un artículo muy concreto, como señalando aquel punto exacto. Igual que se había abierto, la ventana volvió a cerrarse, sin golpear, sin hacer ruido, como guiada por la mano de alguien.
Sorprendida, la trabajadora social leyó atentamente aquel párrafo que el lápiz parecía indicarle, y tras concluir su lectura exclamó
-          Gracias, gracias Dios mío por mostrarme el camino ¿Como no recordé esto antes? Hace tanto tiempo que se actualizó el procedimiento, que ya había olvidado ese viejo supuesto.
Rápidamente comprobó que no se hubiese producido ninguna modificación,  no quería que pudiesen echar atrás todo lo que aquel viejo manual acababa de resolver,  no sólo era la puerta para una acogida,  allí se le mostraba como conceder la adopción inmediata a María y Luis, ya no habría que esperar que pasasen unos años, podrían llevarse a Aisha a casa con todos los derechos y obligaciones  de cualquier pareja de padres.
Cumplimento todo el papeleo en un tiempo récord, y para no prolongar ni un minuto más la estancia de la pequeña en el hospital,  llamó a Luis por teléfono para verse en la unidad de neonatos. También llamo al hospital, quería que todo estuviese preparado para dar el alta a la niña.
Durante todo el viaje entre su despacho y el hospital siguió sintiéndose acompañada, pero ya no le daba importancia,  su alegría superaba con creces su miedo.
Ya en el hospital las muestras de alegría de María, Luis y todo el personal de la unidad desbordaban cualquier previsión, tras varios días de peregrinas excusas para no dar el alta a la pequeña Aisha, por fin la verían salir por aquellas puertas. Todos le habían tomado mucho cariño y la mezcla de sentimientos era inevitable,  el júbilo se mezclaba con la tristeza, pero podía más la alegría.
Luis se sorprendió al ver llegar a la trabajadora social,  a su lado caminaba aquella misteriosa mujer, ella hizo un gesto con su mano, como indicándole que guardarse silencio,  y él así lo hizo, a estas alturas ya era consciente de que sólo el la veía.
Se firmaron todos los documentos allí mismo, María y Luis ya eran oficialmente los padres adoptivos de Aisha. Ambos estaban radiantes de felicidad, sus sonrisas eran prueba de ello, y no paraban de agradecer a todos su ayuda y todas las atenciones que habían recibido en los días que la pequeña había estado ingresada. Tampoco faltaron los agradecimientos para la trabajadora social.
En medio de aquella escena alguien parecía no encajar, y Luis lo sabía. Se separó unos metros del grupo,  y junto a él la dama de negro.
-          Puedes estar tranquilo, Aisha tendrá una larga vida, y vosotros podréis disfrutar de ella durante muchos años, ese será mi modo de agradecerte tu ayuda, sin ti hubiese sido imposible corregir aquel terrible error.
-          ¿Cómo podré agradecerte este regalo?
-          Sólo cuida de ella y dale todo el amor que se merece. Ahora que todo esta en orden ya puedo seguir con mi trabajo, que mi lista es larga y no admite retrasos.
-          ¿Volveré a verte? ¿Dejaras que vea tu rostro? Me gustaría saber a quien debo todo esto, y porque yo y no otro.
-          Verás mi rostro, pero quizás sólo cuando venga a llevarte conmigo,  tu ya sabes quién soy, y que está no será la última vez que nos veamos.
Tras estas palabras la misteriosa dama desapareció ante la mirada de Luis, quien acababa de ver como sus presentimientos sobre la identidad de aquella mujer se habían confirmado.
Todavía absorto en sus pensamientos, escucho la voz de María que le llamaba, ya estaba todo preparado y podían regresar a casa, pero hoy lo harían con la pequeña Aisha entre sus brazos.
Fueron pasando los días, las semanas, los meses, y Aisha crecía saludable, la alegría que se respiraba en aquella casa era indescriptible. De vez en cuando los tres visitaban al personal de la unidad pediátrica,  que se ponían como locos al ver a la pequeña. Naturalmente, con la excusa de comprobar que todo iba bien, la trabajadora social también se pasaba por la casa para verles.
María había vuelto a ser  aquella muchacha alegre, que siempre tenía una sonrisa en su cara, que se reía por casi todo, se la veía feliz.
Luis seguía con su trabajo, lo de él era vocacional, ya de niño decía que quería ser bombero, y lo había conseguido,  había hecho realidad su sueño.
Durante aquellos meses Luis había visto en algunas ocasiones a la misteriosa dama, ahora que la conocía mejor ya no temía encontrarla, aunque en algún momento si que le dio rabia y le enfado que se llevase a alguna de las víctimas de los accidentes en los que había tenido que intervenir.
Siguió corriendo el calendario, Aisha cumplía 10 años, habían preparado una preciosa fiesta para celebrarlo con sus amigos y la familia,  pero Luis no había podido cambiar su turno y tenía guardia,  llegaría más tarde a la fiesta.
Ese día en el parque de bomberos recibieron una llamada urgente, se había incendiado  una nave industrial en desuso, y las llamas amenazaban con propagarse al resto del polígono. Nada más llegar la dotación al lugar del incendio, Luis miro a la daña de negro en una de las esquinas de la calle, aquello sin duda no era bueno, máxime cuando se suponía que la nave estaba vacía.
Los trabajos de extinción comenzaron enseguida, todavía estaban ellos extendiendo sus mangueras cuando comenzaron a llegar otras dotaciones de refuerzo, hasta doce unidades fueron desplazadas a la zona desde distintos parques,  pues el fuego era considerable. Unos atacaban directamente el fuego, mientras otros se centraban en enfriar las naves vecinas y sofocar las llamas que trataban de prender en la zona boscosa que había junto al polígono industrial.
Llevaban ya cerca de dos horas de dura lucha contra el fuego, cuando comenzaron a escucharse pequeñas explosiones, esto alertó a todos los efectivos, era evidente que alguien no les había dado toda la información sobre las instalaciones, se suponía estaba vacía, pero era evidente que algo se almacenaba allí dentro. La intensidad de las llamas les estaba impidiendo acceder al interior y poder así determinar que era lo que ardía en las instalaciones.
Una nueva explosión se produjo en el interior de la nave, pero esta fue mayor a las anteriores. Inmediatamente después de ella un estruendo en la cubierta alertaba a todos, algo había salido despedido, había atravesado el tejado de la nave y se perdía de vista entre el espeso humo. Preocupados por donde pudiera caer, escudriñaban el cielo en busca de aquel objeto, sin poder verlo.
El grito de Luis rompió la búsqueda, algo le había golpeado con fuerza en su hombro izquierdo, un trozo de metal había impactado en él y había producido un profundo corte que sangraba abundantemente. Los sanitarios corrieron a atenderle, taponaron la herida y le trasladaron al hospital lo más rápido posible.
En ningún momento perdió la consciencia, a pesar del dolor y la gravedad de aquella herida Luis se mantenía muy calmado, tan sólo un detalle desconcertaba al personal de la ambulancia, ellos estaban a la izquierda del paciente, sosteniendo el paquete de gasas con que habían taponado la herida y ejerciendo presión para contener la pérdida de sangre, mientras tanto Luis mantenía una conversación coherente con alguien que parecía estar a sus pies, cosa que era totalmente imposible por el espacio existente entre la camilla y las puertas del vehículo, aunque si ellos le preguntaban algo, volvía la vista hacia ellos y les respondía sin dudar y correctamente.
Por extraño que parezca, esto si era posible, sólo Luis podía ver a su interlocutora, y para ella el espacio no era un problema, se había sentado a los pies de la camilla, había comenzado por recriminar a Luis su presencia en aquel operativo, era cierto que estaba de guardia, pero la dotación a la que él pertenecía no tenía que haber salido, cuando entró aquel aviso acababan de regresar de otra intervención y deberían estar descansando, había sido cosa suya como suboficial al mando, el tomar la decisión de salir inmediatamente.  Era cierto que su equipo ya estaba preparado, que habían ahorrado unos tres minutos en su salida, con respecto a la unidad que tendría que haberlo hecho, pero Luis era así, siempre dispuesto a intervenir, siempre dispuesto a sacrificarse por los demás.
Cuando ya entraba en quirófano, susurró algo a su misteriosa acompañante, había perdido mucha sangre y su vista comenzaba a nublarse.
-          Ha llegado mi hora ¿verdad? De lo contrario tú no estarías aquí. Se que he cometido errores, pero he de pedirte algo, dile a María que la amo, y pídele perdón a Aisha por no haber estado en su fiesta, besa a las dos de mi parte y discúlpame por no haberme despedido de ellas como es debido, por todas las veces que me he equivocado, por los planes cancelados, los retrasos y todos esos detalles que ahora me parecen tan importantes y entonces vi insignificantes.
Las fuerzas de Luis ya no daban para mucho más, el anestesista no se demoró ni un segundo en inyectar la dosis correspondiente y hacerle perder por completo el sentido. Dos cirujanos y cinco enfermeras completaban el equipo que se ocuparía de él.
Comenzaron por una exploración para evaluar la gravedad de los daños internos, cual sería la mejor técnica de intervención  y las posibles opciones de recuperación. La cosa no pintaba nada bien, los destrozos producidos por el metal eran grandes, músculos, tendones, venas, e incluso huesos afectados. Los médicos tendrían una ardua labor por delante, y a Luis le esperaban, si todo salía bien, muchos meses de recuperación y múltiples operaciones y rehabilitación.
El jefe de Luis aviso a María de lo sucedido, y ella tras hablar con la madre de una de las amigas de Aisha para que esta se quedase en su casa, corrió al hospital, quería saber de primera mano cual era la gravedad de las lesiones.
Las horas pasaban, y el personal de urgencia sólo le repetían que estaba en quirófano,  que había sido un accidente muy grave y que los médicos estaban haciendo todo lo posible por salvar su vida.
Durante aquellas interminables horas se estaban pasando por allí todos sus compañeros, todos estaban preocupados por Luis. En los años que llevaba en el cuerpo se había hecho un hueco en el corazón de todos ellos, no solo era un buen compañero, si no que era un gran amigo para todos.
Después de casi catorce horas de quirófano, por fin salieron los cirujanos.
-          Las lesiones eran muy graves, lo primero era salvar su vida, pero al mismo tiempo hemos tratando de reparar todos los destrozos que había. Creemos que la operación ha salido muy bien, máxime dadas las circunstancias, y aunque todavía no está fuera de peligro,  creemos que se recuperará.
-          No será un proceso corto, y tendrá que someterse a nuevos pasos por quirófano, pero el fuerte y tenemos grandes esperanzas depositadas en él.
-          Muchísimas gracias doctores. ¿Cuando podre pasar a verle?
-          Ahora está sedado y necesita descansar, lo mejor será que usted también valla a descansar y regrese mañana, la tendremos informada de cualquier cambio que se produzca en su estado.
Aún en contra de sus deseos, María regresa a casa, en su  viaje va pensando como explicar lo sucedido a Aisha. La pequeña estaba muy ilusionada con el momento en que su padre adoptivo llegase a casa y la felicitase por su cumpleaños.
El regalo era lo que menos importaba a Aisha, desde el principio había estado mucho más unida a Luis que a María, era como si su instinto le estuviese diciendo aquello que ellos todavía no le habían contado, como si conociese todo lo sucedido la noche de su nacimiento.
A pesar de que la habían tenido entretenida, su instinto parecía guiarla de nuevo aquella mañana. En cuanto María llegó a casa de su vecina, la pequeña corrió hacía ella y abrazándola fuertemente la interrogó.
-          ¿Qué le ha pasado a papá? ¿está bien? No ha venido a mi fiesta, y él sólo se la perdería si le hubiese pasado algo.
-          Ya sabes que el trabajo de papá no es fácil y tiene muchos peligros, pues ayer hubo un accidente y él resultó herido, ahora está en el hospital para curarse de las heridas.
  
-           Yo quiero verle, llévame al hospital mamá, quiero abrazarle.
No fue fácil convencer a la niña de que no podía visitar a Luis, que los médicos le tenían dormido para que no le doliese y se curarse antes. Con el fin de evitar que Aisha pudiese saber la gravedad real de lo sucedido, se inventaron una avería de la televisión desconectado el cable.
Los primeros días fueron muy duros para María,  tan sólo podía visitar a su marido durante veinte minutos, dos veces al día. Esto se prolongó durante dos semanas, durante las que las esperanzas de que la recuperación fuese total iban creciendo.
Los médicos fueron reduciendo la sedación, aunque no parecía haber recibido impacto alguno en la cabeza, lo comentado por el personal de la ambulancia había echo sospechar que tal vez hubiese algún trastorno no detectado.
Cuando Luis recobró el conocimiento, a los pies de la cama se encontraba aquella mujer que ya se había convertido en habitual en su vida, la veía con frecuencia, aunque no habían vuelto a hablar desde hacía diez años.
-          Si estás aquí y junto a mí, supongo que será porque ha llegado mí hora, el momento de partir a tú lado. No es que me atemorice el hecho de morir, pero... me preocupan Aisha y María.
-          Por ellas puedes estar tranquilo. Hace diez años me ayudaste a resolver un gran error, entonces te prometí que María y tu podríais disfrutar de Aisha durante mucho tiempo, y yo siempre cumplo mis promesas. Todavía no ha llegado el momento de que vengas conmigo, tan sólo he venido para ayudarte, tal como tu hiciste en su día. No es  mi trabajo el de la curación, más bien todo lo contrario, pero tu caso será diferente, tendrás una recuperación con la que los médicos no cuentan, y volverás a estar como antes del accidente.
Sin duda aquellas palabras tranquilizaban a Luis, aunque todavía había muchas preguntas sin respuesta que no se atrevía ha realizar, muchas dudas que no sabía como plantear ¿por qué sólo él podía oírla? ¿Por qué nadie más podía verla? Sí era quien él pensaba ¿por qué no se había los había llevado ni a Aisha ni a él? Cuanto más lo pensaba menos entendía, aunque eso ya era lo que menos importaba en esos momentos.
Luis no sabía como iba a explicar a María todo aquello, después de todo lo que les habían dicho los médicos sobre su recuperación, sobre la cantidad de secuelas que tendría, y el gran número de intervenciones que precisaría para recuperar la movilidad de aquel brazo ¿como explicar ahora aquella rápida mejoría? Si le contaba todo lo sucedido le tomaría por loco, y tampoco era cuestión de hacerla pensar que el accidente había afectado a su cordura, además, él quería volver a trabajar en cuanto fuese posible, no sólo era un trabajo, era una vocación, su sueño desde la infancia se había hecho realidad y ahora era su vida.
No habían pasado ni dos meses cuando los médicos le dieron el alta, ninguno de ellos alcanzaba a comprender aquella recuperación, ellos habían calculado que, en el mejor de los casos, tendrían que haber realizado al menos tres intervenciones, pero Luis se iba a casa con un único paso por el quirófano, y con una movilidad casi total, que con la rehabilitación sería completa.
Durante aquellas semanas no había recibido ninguna visita de aquella dama que parecía ser su ángel protector, pero cuando estaba preparando lo todo para regresar a su hogar, ella asomó por la puerta de la habitación.
-         Hola Luis ¿Que tal te encuentras?
-         La verdad, estoy desconcertado, la recuperación esta siendo muchísimo mejor de lo que los médicos me habían dicho, y no se como es posible. Imagino que tienes mucho que ver con ello, pero no se como lo has hecho. Por otro lado, no se si eres real o sólo un producto de mi imaginación, si me he aferrado a esa imagen como respuesta a mis temores, y te he responsabilizado de todo lo bueno que me ha estado sucediendo desde hace diez años.
-         Ambas respuestas son correctas y falsas a la vez, soy tan real como la vida y la muerte, soy tan producto de tu imaginación como tu quieras que lo sea. Soy responsable de lo bueno que te ha pasado, pero sólo en la medida en que tu lo eres de lo bueno que pasa a tu alrededor. Ahora he de irme, alguien está a punto de entrar, volveremos a vernos.
La misteriosa dama se dirigió a la puerta, en ese mismo momento entró en la estancia María, y la mujer se despidió educadamente.
-          Adiós María, cuida mucho de él, es un hombre excepcional.
María devolvió el saludo, pero con cara de asombro.
-          ¿Qué está pasando Luis? ¿Qué hacia ella aquí?
-          ¡Pero como! ¿Tu también puedes verla?
-          Claro que puedo verla y oírla, hace años que la encuentro cuando voy con Aisha al parque, siempre muy pendiente de ella, pero hasta ahora no le había dado mucha importancia, imaginaba que era por su historia. Me ha contado que ella tenía una niña que se le parecía mucho a nuestra pequeña, que de no haber fallecido en un terrible accidente, tendría la misma edad de Aisha. Lo que no sabía era que os conocíais, y lo más extraño es que se vaya justo cuando yo llego ¿puedes explicarme quien es y que tiene que ver contigo y con Aisha?
La sorpresa de Luis fue monumental, se armó de valor y comenzó a contar a María toda la historia, desde el principio, desde el día del nacimiento de Aisha. María le escuchaba atenta, sin perder ni una coma, todo sonaba muy extraño, pero en aquellos años casi siempre había algo extraño en sus vidas, desde la llegada de Aisha hasta la increíble recuperación de Luis, por todo ello no dudo en que todo lo que él le estaba contando era cierto y se fundió con él en un abrazo que rompió en miles de pedacitos las dudas que había tenido al cruzarse con aquella mujer en la puerta de la habitación.
Con sus manos entrelazadas abandonaron el hospital dirigiéndose a  su hogar, Luis estaba deseando llegar, pero antes quiso hacer una parada. Pidió a María que le llevase al parque de bomberos,  debía recoger algo en su taquilla.
Sus compañeros se alegraron de verle tan bien después del accidente,  y sobre todo, se sorprendieron de lo pronto que había salido del hospital.
Luis recogió un pequeño paquete de su taquilla, llevaba allí desde unos días después del nacimiento de Aisha, se trataba de algo que estado guardando y que todavía no había encontrado el momento más oportuno para entregárselo, pero después de lo sucedido, no podía demorarlo por más tiempo.
Aisha siempre había sabido que era adoptada, no habían querido engañarla nunca, lo que todavía no conocía eran que tipo de accidente habían sufrido sus padres, eso les había parecido que era mejor que creciese un poco más antes de contárselo, pero ahora podía ser un buen momento, Aisha era una niña muy madura para su edad y Luis no quería que ese trago lo tuviese que pasar María a solas, y después del accidente, su planteamiento era diferente, siempre había sido consciente de que cualquier momento podía ser el último, pero tal vez ahora se había acentuado ese pensamiento.
Al llegar a casa Aisha le abrazó fuertemente, hacia muchos días que no se veían. Luis dejó pasar aquel día, no quiso sumar más emociones a las que ya de por sí traía.
A la mañana siguiente, los tres se sentaron en la pequeña salita y Luis comenzó a contarle a la pequeña lo sucedido a sus padres, no entró en detalles, tan sólo le contó que no habían sufrido nada, que  todo había sido muy rápido y que ambos trataron de protegerla a ella del impacto. Fue entonces cuando Luis sacó aquella caja, en ella no había gran cosa, un par de anillos tipo alianza, un collar de bisutería con una libélula, unos pequeños pendientes de plata con la misma forma, unas cuantas fotografías y una libreta bancaria. Luis le explicó que aquellos objetos eran de sus padres, todo menos la libreta bancaria, que la había abierto el a nombre de la niña y era donde habían ingresado el dinero que la aseguradora había pagado como indemnización por los fallecimientos y donde cada mes le ingresaban la pensión de orfandad.
Los ojos de Aisha se llenaron de lágrimas y, sin soltar aquellos objetos de su mano, se abrazo fuertemente a Luis, a quien también corrían las lágrimas. María, con sus ojos encharcados, les abrazó a los dos en un intento de consolar su dolor.
Ninguno de ellos mencionó a la misteriosa dama, no creyeron conveniente que la pequeña conociese ese detalle, que probablemente la asustaría.
El periodo de baja de Luis se extendió todavía durante unos meses, a pesar de la milagrosa recuperación, los médicos no querían correr riesgos y se empeñaban en que era demasiado pronto para que volviera a trabajar.
Luis aprovechó ese tiempo para dedicarlo a las dos mujeres de su vida, las visitas al parque eran casi diarias, además de jugar con Aisha, aprovechó para dar largos paseos con María, cualquiera que les miraba podría pensar era una pareja reciente, pues caminaban con sus manos entrelazadas y con cualquier excusa se besaban, o sin excusa. Sus amigos, les preguntaban muchas veces por el secreto para mantener viva al misma apasionada actitud de cuando había comenzado su relación, y de eso hacia ya casi 20 años.
-          Amarse y respetarse, hablar absolutamente de todo, y no dejar nunca que una duda pueda crear una pequeña grita, si una duda surge, se pregunta, se habla y se aclara,  solo se ese modo la confianza se hace más fuerte cada día, sólo de ese modo se alimenta el cariño, y si se suman pequeños detalles, el amor crece.
Cuando Luis regresó al trabajo hizo algunos cambios en su vida, ahora se preocupaba un poco más por la seguridad a la hora de actuar, y en su vida privada también hizo algunos ajustes, dedicaba más tiempo a Aisha y María, por muy cansado que llegase a casa siempre tenía un extra para ellas.
La misteriosa dama no había desaparecido de sus vidas, les visitaba con frecuencia, siempre con aquel atuendo negro, con aquella capucha que nunca dejaba ver su rostro con claridad, siempre envuelta en un misterio indescifrable, era muy evidente que  no se trataba de una vestimenta de estilo o moda “gótico”, aquello iba mucho más allá. Tanto Luis como María tenían claro que  se trataba de una de las enviadas de La Muerte, aunque no habían alcanzado a comprender como después de tantos años a su lado todavía no se había llevado a ninguno de ellos.
Después de tantos años de visitas, María creía que ya había confianza más que de sobra como para pedirle que les dejase ver su rostro, lo poco que la gran capucha de su negra túnica dejaba ver parecía ser un hermoso rostro de una hermosa joven. Luis no estaba muy de acuerdo con hacer esta petición a aquella mujer ¿cómo pedirle algo así cuando ni siquiera les había dicho su nombre? Aunque el también estaba deseando saber quién es encontraba bajo aquellas telas, también deseaba conocer a quien pertenecía aquella voz dulce que tan familiar se le hacía desde el primer día en que le habló, él también sentía curiosidad, pero al mismo tiempo se mostraba cauto. Tal vez aquella cautela fuese el producto del respeto que su educación le había inculcado hacia todo lo referente a la muerte, o simplemente temía que la Dama de negro se enfadase por su atrevimiento y decidiese llevarse a alguno de ellos, no quería ni siquiera imaginar cómo sería su vida si faltasen Aisha o María, ni que sería de ellas si al que se llevase fuese a él.
María lo tenía muy claro, y no creía que después de tantos años le pudiera parecer mal que quisiesen descubrir el misterio que escondía aquella hermosa túnica negra. Habían hablado de casi todos los temas imaginables, incluso sobre la misma túnica, sobre la tela de la que estaba confeccionada, sobre aquellos dibujos incrustados formados con pequeñas piedras de azabache, sobre lo extraño que era que tan delicado tejido no se ensuciase nunca a pesar de arrastrar unos cuantos centímetros por el suelo.
Con aquella decisión tomada María ya solo esperaba su siguiente visita, que tampoco se hizo esperar. Pocos días más tarde, estando los tres en el parque, y mientras Aisha jugaba entretenida con sus amigos, se presentó ella, como siempre de un negro impoluto. María no quiso demorar el momento de su petición y nada más terminar con los saludos de cortesía y sin dar tiempo a que otra conversación pudiera dejar su curiosidad sin resolver, lanzó su pregunta.
-          Disculpa si mi curiosidad te pueda molestar, el caso es que nos visitas con frecuencia, nos has ayudado con la adopción de Aisha y el accidente de Luis, hemos hablado de todos los temas en todos estos años y con una gran confianza, sin embargo hay algo que desconocemos, nunca nos has dicho tu nombre, ni nos has dejado ver tu rostro, que sin duda se adivina muy hermoso por lo poco que hemos podido vislumbrar bajo esa capucha. Si no es molestia ni hay nada que lo impida o justifique ¿podrías desvelarnos tu secreto?
Aquellas palabras no sorprendieron a la mujer, parecía llevar tiempo esperando que aquella pregunta llegase y sin ningún titubeo respondió mientras con ambas manos  deslizaba la gran capucha que escondía su rostro.
-          Soy Ana, por eso mi voz os era familiar, por eso no he podido dejar de visitaros y por eso siempre trataré de ayudaros en cuanto pueda.
Las caras de María y Luis se desencajaron, por unos momentos sus voces eran incapaces de articular palabra que manifestase su asombro, su alegría, su miedo, ni ninguna de las muchas otras sensaciones que en ese momento les invadían.
Ambos conocían muy bien a Ana, ella era la mejor amiga de María, y había sido la novia de Luis hasta que el avión en que regresaba de un viaje de trabajo se había estrellado sin dejar supervivientes, decenas de muertos, entre ellos Ana.
María y Luis se habían apoyado mutuamente para superar el dolor de su fallecimiento, y después de año y medio de llorar en compañía del otro, de recordar anécdotas y situaciones vividas con Ana, de ir poco a poco sanando aquella pérdida, comenzaron a salir juntos al cine, a tomar una copa, descubriendo que tenían mucho en común, no sólo les unía Ana. Habían estado saliendo otros seis meses cuando una noche de aquellas en las que se reunían con otros amigos, sucedió algo que ninguno de ellos esperaba, algo que cambiaría sus vidas.
Estaban jugando uno de esos juegos en que has de contestar preguntas y realizar algunas pruebas, una de las pruebas que le tocó superar a María era una especie de “gallinita ciega", pero como los demás jugadores podían incluir variaciones, Jorge (el gracioso del grupo) propuso que para adivinar a quien hubiese “pillado”,  la gallinita no podría utilizar sus manos, tendría que hacerlo besando a la persona en cuestión y todos estuvieron de acuerdo. Todo marchaba muy bien y las risas eran muchas, María no conseguía atrapar a nadie, pero de repente se había tropezado con algo y había perdido el equilibrio, quien más cerca estaba era Luis, que la sujetó evitando su caída, todos los demás tuvieron claro que María debía descubrir quién era. Fue un inocente beso, apenas un roce de sus labios, pero que marcó el comienzo de una gran historia de amor.
Ana siguió visitándoles como lo había estado haciendo hasta aquel momento,  aunque ahora lo hacía sin cubrirse la cabeza y  siguieron teniendo largas charlas sobre lo importante y lo trivial, recordando viejas historias y también con alguna que otra confesión inesperada, como cuando recordaban aquel momento inocente y ni María ni Luis eran capaces de recordar con que se había tropezado María, y Ana, con una sonrisa en sus labios resolvió la duda.
-          Conmigo, yo fui quien te sujetó el pie y provocó tu caída, sabía que Luis evitaría que te golpeases, y os quiero tanto a los dos que no pude evitar involucrarme y hacer que estuvieseis más cerca, sabía que en vuestros corazones ya crecía este amor, pero ambos teníais miedo, miedo a que no fuese más que el impulso de todo lo que habíais vivido en aquellos meses. Yo quería veros felices, ya habíais llorado demasiado por mi muerte.
Las risas de los tres fueron la mejor prueba de que Ana no se había equivocado.
Me gustaría poder contaros el final de esta historia, pero todavía no ha llegado ese día. Aisha estudia su carrera en la universidad, María sigue dedicada a su hogar, aunque desde que “la niña” no está en casa, dedica gran parte del tiempo a ayudar en un centro de acogida para niños huérfanos, y cuando hace falta se lleva a algunos a su casa en periodos de acogida temporal. Luis sigue como siempre, ya tendría que haberse jubilado, pero dice que su vida es su profesión y mientras pueda seguirá vistiendo ese uniforme, aunque ahora ya no sale a ninguna emergencia, ahora es jefe de la brigada y el encargado de formar a todos los nuevos, que conocedores de su historial como bombero, le escuchan con mucha atención y admirados de que con su edad siga tan activo y en tan buena forma física, pues a muchos de sus compañeros les cuesta llevar su ritmo.
Tal vez algún día pueda contaros algo más.

C. Rodríguez
28/12/2018