SIN MUCHO RUIDO
Llegaste a mi vida sin hacer
mucho ruido, casi en silencio, un par de miradas te bastaron para llamar mi
atención, para hacerme desear saber que había tras aquellos ojos vivarachos,
para querer saber quien se escondía tras aquella sonrisa.
Si, así llegaste a mi vida, sin
rudos pero con la misma decisión que el elefante entra en la cacharrería,
poniendo mi mundo patas arriba, haciéndome cambiar hábitos sólo por verte,
dejar mis rutinas, sólo por oír tu risa en la distancia de la sala…
Así llegaste a mi vida, y hoy,
pocas semanas después de tu silenciosa llegada, me sorprendo mirando impaciente
el reloj, nervioso cual quinceañero, esperando el momento de poder abrazarte de
nuevo, de tener tu mirar en mi mirar, ansioso por tomar tu mano y pasear
dejando correr el tiempo, ese que parece detenerse cada vez que me asomo al
balcón de tus ojos, cada vez que traspaso las puertas de la repostería de tus
labios con la intención de paladear el dulce de tus besos.
Si, así llegaste a mi vida, y así
te instalaste en mi corazón, así, sin hacer ruido, llenándolo de sonidos, de
música y luz, acelerando su ritmo sólo con tu mirada, paralizando mi
respiración cuando rozas mi piel, cuando puedo acariciar tu pelo y besar tu
frente, tus mejillas, tus labios.
Si, así has llegado a mi vida, y
ahora… ahora me toca rezar, rezar para que sigas aquí, para que esa música y
esa luz no se apaguen, para que el silencio no vuelva a inundarlo todo, para
tenerte a mi lado toda una eternidad.
Así, sin hacer mucho ruido, así,
acallando mis silencios.
C. Rodríguez
14/08/2017
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