domingo, 26 de agosto de 2018

Y vuelves

Tus visitas están haciéndose ya habituales, esa forma tuya de presentarte cuando decidía huir con mi dolor a la soledad de esos rincones tranquilos donde nadie llegaba.
Ya que el rio no era refugio,  pues siempre me encontrabas y venías a visitarme, decidí cambiar mi refugio de soledad, las libélulas europeas no toleran el agua salada. Cambie el río por el mar, los rincones rodeado de vegetación por las estériles rocas del acantilado, sólo una constante, un común nexo entre ambos lugares, otra vez estaba sentado sobre una fría y húmeda piedra.
Ningún rio cerca, ningún regato, lago o charca de agua dulce, nada que pudiese anunciar tu nueva visita. Pero una vez más me encontraste, volviste junto a mi, a regalarme tu compañía, tu mirada, tus gracias vuelos e interminables bailes, volviste a descansar como antes, como siempre lo hacias, volviste a ponerte sobre mi pecho,  a la altura del corazón,  escuchando su latir.
Tal vez sea ya mi imaginación quien me hace ver lo que no hay, pero esto no puede ser casualidad.
Tus visitas se repiten, no importa río o mar, alla donde yo esté tu me sorprendes con tus visitas, y sinceramente, yo encantado.
Ahora pareces haber buscado una nueva mensajera,  alguien que como tu vuela en libertad. Ella también viene a susurrarme al oído.

C. Rodríguez
26/08/2018


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