miércoles, 22 de agosto de 2018

Medio siglo

Pues si, ya son cincuenta primaveras las que he visto pasar, cincuenta años de peregrinación por este mundo y como el primer día sigo sin entender nada de lo que a mi alrededor pasa. Como entonces sigo sin comprender a los adultos, sigo sin saber por qué nos empeñamos en destrizarlo todo, no encuentro explicación para que si todo parece ir mal no hacemos nada, y si va bien ... entonces si, entonces hacemos lo posible por romper ese frágil equilibrio  que hace que funcione.
No se si son los años o si soy yo directamente,  el caso es que después de medio siglo veo las cosas de otro modo, desde otro ángulo y tal vez con algo más de distancia. Veo como a mi alrededor faltan personas importantes que se fueron hace tiempo, veo como otras se alejan.
Ahora empiezo a ver esas aptitudes de las que escuchaba hablar a los mayores, aquellos comentarios de ancianos que decían "Es que ahora no se aguanta nada" y a los que yo respondía "son otros tiempos ", pero con el transcurso de los años veo que (como siempre) ellos tenían razón, nuestra forma de relacionarnos ha cambiado, y lo ha hecho  a peor, prima el egoísmo,  el "primero yo, después yo y siempre yo" y claro, así nos va, perdemos a los amigos por no hacer una llamada (no tenemos tiempo para hacerla aunque luego estemos horas viendo chorradas el la tele o el mivil) dejamos que nuestras parejas se rompan por dar prioridad a alguna frustración pasajera, sin pararnos a pensar que  tal vez perdemos más de lo que ganamos, que esas expectativas no cumplidas todavía podrían hacerse realidad si fuésemos capaces de dar una nueva oportunidad a aquella ilusión con la que comenzamos a escribir juntos una historia con momentos difíciles,  pero llena de ratos felices. Nos alejamos de padres e hijos con la escusa de que no nos entienden o no les entendemos, pero tampoco hacemos nada por explicarnos y que nos expliquen.  Y así van pasando los años, nos hacemos mayores y nos encontramos solos,  y no es que se este mal así, pero nos damos cuenta que eso no nos ha traído esa felicidad que buscábamos  mientras dejábamos atrás a quienes de verdad nos querían.
Alguien me dijo en una ocasión que  "a esta vidas venimos a sufrir",siempre me negaré a creer que sea cierto, a pesar de lo pasado en estos años, sigo creyendo que si no haces mal a nadie y pones un poquito de tu parte, si eres capaz de discernir y priorizar un futuro lleno de momentos para recordar y un presente de vacíos instantes con personas que se van igual que vienen, puedes ser feliz.
Nuestros abuelos no disponían de móviles, ni correo electrónico,  los viajes en tren eran eternos, y en coche o autobuses ni os cuento, pero ellos mantenían el contacto aún en la distancia, tanto con familia como con amigos.  Y es que sí, estaban hechos de otra pasta, los mozos caminaban  kilómetros por montes y carreteras para ver un ratito a sus amadas, no les importaba la lluvia o el frío, así se formaban esos grandes amores, a base de sacrificio,  por eso no es raro que  cuando uno de ellos fallece, el otro lo haga poco después consumido por el dolor.
Tal vez es que soy un romántico, pero ... como me gustaría terminar mis días de ese modo, porque eso si es morir de amor.

C. Rodríguez
14/07/2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario