miércoles, 22 de agosto de 2018

Palabras

Hay palabras que resuenan en nuestros oídos, palabras mil veces repetidas, palabras gastadas por el uso de quienes las pronuncian de modo vacío. Esas palabras pierden su sentido en algunas voces, esas voces que las enarbolan pero no aplican su significado.  Palabras llenas se matices, incluso de contradicciones. Palabras que algunos convierten en eso, sólo palabras.
He intentado escuchar silencios, y sólo oigo gritos. Gritos de  dolor ante egoísmos que con su ruido pretenden acallar sus conciencias. Conciencias que duermen tranquilas tras infectarse una fuerte dosis de autoconvencimiento, porque sólo convendiéndose de que todos sus argumentos para gritar son ciertos pueden conciliar su sueño.
Quiero escuchar verdades, no quiero oír excusas.
Quiero expresar realidades, no rebatir contradicciones.
Quiero dialogar en paz, no quiero discutir sin más.
Quiero escuchar tu voz, no quiero oír tu grito.
Alguien regala nuestros oídos con bonitas palabras, palabras que a postre convertirá en afiladas cuchillas que rasgaran nuestras entrañas. Otros querrán hablarnos y les escucharemos, porque nuestros oídos se han centrado en un ruido que nos atrae, en esa música que entra dulce en nuestros oidos y lo invadede todo, en esas historias de lugares no visitados. Y mientras centramos nuestra atención en esa distorsión acústica, dejamos de escuchar nuestro propio lamento, ese que en silencio grita nuestro inconscientemente.
Alguien  me insistía no hace mucho sobre que el ser humano "es egoista", y la verdad es que viendo lo que veo tendría que darle la razón, pero no puedo hacerlos,  y no puedo porque lo que veo esta contaminado por una sociedad desnaturalizada, por unas ideas preconcebidas o pregrabadas en nuestro subconsciente para que actuemos de ese modo.
Hay quien sólo se plantea lo que en ese momento necesita, sin pensar en que tal vez a su alrededor alguien necesita lo mismo. No se paran a pensar si, por poner un ejemplo simple, ellos necesitan desconectar y disfrutar de momentos de ocio en compañía de personas más o menos afines, a su lado puede haber alguien que necesita simplemente estar rodeado de gente que le ayude a no pensar, a desconectar del día a dia, y por un rato respirar sin presión en el pecho.
Hay quien cree reconocer en los demás el egoísmo, la inconsciencia, la prepotencia, la sinrazón y un sin fin de características poco recomendadas, pero en su día a día no se ven al espejo, no revisan sus acciones y palabras,  por eso no descubren que lo que están viendo en los demás está en ellos mismos.
Hay quien quiere que le escuchen, pero no quiere escuchar.
Hay quien grita para ser oído, pero no baja su voz pa oír.
Hay quien calla verdades para no hacer daño y quien inventa excusas que hieren.
Hay quien grita en silencio y quien alza su voz para esconder ese grito.

C. Rodríguez
16/08/2018

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