miércoles, 5 de septiembre de 2018

Como un juego

Si, así como quien no quiere la cosa, como si no fuese con nadie y fuese con todos, como si de una inocente partida de damas se tratase, juegas y mueves tus fichas, mientras yo muevo las mías, no se trata de ganar o perder, de quien puede o quien quiere.
Te acercas y me alejo, te alejas y me acerco, el juego parece convertirse en un baile donde las fichas recorren el tablero tratando de no sucumbir ante los ataques del contrario.
Tratas de hacerme caer en ese movimiento que incline el rumbo de la partida, trato de camuflar o esconder cual será mi próximo movimiento, el juego se vuelve arriesgado y   sólo arriesgando se puede llegar a finalizar la partida.
Juego sutil de quiero y no puedo, de puedo pero no quiero. Juego sin vencidos, donde todos ganan, donde no hay heridos... o tal vez si. Juego de vida, juego de sensaciones, juego de sentimientos, donde partidas pasadas marcan el rumbo de todos nuestros movimientos con la única intención de sucumbir, de no dejarse arrastrar, pero también con la esperanza de que la corriente nos arrastre rumbo a un principio o un final desconocidos, tal vez a ese punto de no retorno donde todos los movimientos se precipitan en un caótico frenesí de piezas comidas y piezas salvadas.
Curioso juego este, donde jugamos sin haber propuesto partida, donde la partida se inició casualmente y donde sin querer, movemos ficha.

C. Rodríguez
5/09/2018

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