Se desliza imparable el minutero,
testigo de un tiempo perdido,
de frías horas de espera,
cómplice de este hastío.
Aburrido en mi alcoba,
hoy veo pasar las horas,
se irá enseguida otro día,
uno menos que queda de vida.
Añoro esa presencia,
cultivo mi paciencia
mientras
que ese reloj se detenga.
Ganas de salir corriendo,
de romper todas las reglas,
inquieto por si llamas,
deseando que vengas.
Pero sólo pasa el tiempo,
que fluye sin recelo,
sin compasión ni remedio,
que se escapaba entre mis dedos.
Y llega la mañana,
Desperté abrazado a mi almohada,
con una sonrisa embobada,
¿quien sabe con quién soñaba?
La rutina de un nuevo día,
se abre camino en la madrugada,
rompe la mañana
ese mensaje que tanto esperaba.
Ha regresado mi sonrisa,
vuelve a mi la alegría,
Sigo viendo como camina,
incansable el minutero.
C. Rodríguez
1/03/2020
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