sábado, 20 de octubre de 2018

El mensaje

Amanecía un día cualquiera, exactamente igual que el día anterior, pero Lorenzo no se sentía igual, tenía una extraña sensación en su interior,  y no era hambre, pues acababa de terminarse su tercer desayuno completo esa mañana,  todos ellos con su gran vaso de zumo de naranja, su media docena de tostadas con mantequilla y mermeladas variadas y una enorme taza de café,  decididamente no podía ser hambre.
Pasaban las horas y aquella sensación, lejos de desaparecer, se estaba haciendo más intensa, se sentía vacío, como si en su interior hubiese desaparecido algo importante. Aquel vacío se acentuaba e iba concentrándose en una zona muy específica, una presión en su pecho apenas le dejaba respirar, ahora si le parecía reconocible, comenzó a pensar que se trataba de aquella temida angustia que le invadía cuando los recuerdos afloraban.
Se dirigía a su botiquín en busca de los ansioliticos, cuando al pasar junto al lavabo algo llamo su atención en el espejo, detuvo su marcha y contemplo la imagen que ante él aparecía, casi no podía reconocerse en aquel ser que fijamente le miraba.
  - ¿Que me ha pasado? ¿en qué me he convertido?
Murmuraba mientras contemplaba un enorme agujero en su pecho, allí donde tendría que estar su corazón no había más que un tremendo vacío. Algo blanco destacaba en la vísceral oscuridad, temeroso introdujo su mano en la cavidad y consiguió extraer un  ensangrentado papel.
Sus manos temblorosas dudaban entre desdoblar o tirar tan misteriosa aparición. Tras unos minutos de agónica indecisión optó por descubrir que se escondía en el interior, temeroso de lo que en su interior pudiese encontrar, comenzó a desdoblar aquel papel ... el breve mensaje se encontraba escrito con lo que parecía ser su propia sangre, era conciso, sin dejar lugar a especulaciones...

  "Prometiste que tu corazón sería mío para siempre"

Ahora todo cobraba sentido, ahora comprendía su imbécil comportamiento de las últimas semanas, se había convertido en uno de esos hombres sin corazón que él tanto criticaba, uno de esos hombres a los que no importaba hacer daño, hacer sufrir, uno de aquellos que sólo vivían el momento, sin compromiso, sin amor.
Lorenzo no pudo soportar la idea de vivir de ese modo, no quería ser aquel monstruo en que se estaba convirtiendo,  e hizo lo único que podía hacer,  tomó impulso y se abalanzó contra aquella horrenda imagen.
Ni la policía ni los forenses encontraron explicación a tan dantesca escena, aquel cuerpo atravesado por incontables fragmentos del espejo, y aquel misterioso mensaje escrito con sangre sobre una cuartilla de papel.

C. Rodríguez
20/10/2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario