UN EXTRAÑO
SUEÑO
Dicen
por ahí, que en la vida nada sucede sin una razón, sin un porqué o sin una finalidad.
Pues
supongo que algo estará por llegar o bien hay algo que ha pasado y todavía no
me he percatado.
Supongo
que os estaréis preguntando ¿a que viene todo esto? Pues sencillamente se trata
de un intento de analizar una serie de extrañas coincidencias, o tal vez no tan extrañas, supongo que alguien le encontrará un punto más
o menos lógico a todo ello.
El
caso es que este fin de semana ha sido pródigo en esto de las “casualidades”. Aunque
también es cierto que tal vez sea mi imaginación o mis ganas de escribir,
quienes me hagan verlo de ese modo. El caso es que fuese como fuere, lo
escribiré como una de esas historias que de vez en cuando salen de esa rara
coordinación entre mis revolucionadas neuronas y mis torpes dedos.
Comenzaba
el sábado ilusionado, con una actividad en el horizonte de las hora, llevaba ya
semanas deseando que llegase el día, y por fin lo había hecho.
A
medida que pasaban las horas mi
nerviosismo iba creciendo al mismo ritmo que las ganas por descubrir algún
nuevo rincón y aprender algo sobre las
estrellas.
Y
así fue, de la mano de una vieja conocida, y tras un pequeño recorrido cargado
de interesantes aportaciones sobre botánica, insectos, anfibios y el delicado
equilibrio que existe en la naturaleza, me vi ante uno de esos espectáculos que
nos brindan los cursos de agua en nuestra tierra, un hermoso salto de agua encuadrado
en un lugar que invitaba a la relajación y el pensamiento, (lastima no disponer
de más tiempo).
El
camino llegó a su fin, pero la noche no hacía más que empezar, y tras una
ligera cena llegaba el plato fuerte y que pondría un broche espectacular a una
estupenda salida en muy buena compañía.
Jesús
nos mostraba estrellas y constelaciones mientras nos contaba aquellas maravillosas
leyendas asociadas a cada una de ellas. Historias de amor, de celos, de
venganza y valentía, casi siempre con final feliz. Nos hablaba y nos hacía
recordar aquellas noches de nuestra infancia, noches en las que mirando al
cielo eran muchas más las estrellas que podíamos observar, cuando a simple vista podíamos contemplar la
Vía Láctea, ese camino celestial en el infinito firmamento.
Claro
que hasta aquí todo era normal, y así terminó la noche.
Lo
extraño comenzó en la madrugada del domingo, cuando me despertaba con un sueño
de esos que le dejan a uno pensando cual sería “el significado” de aquello que
ha vivido mientras dormía.
Son
muy pocas las veces en que recuerdo lo soñado, pero esta vez era distinto. El
sueño era tan real que asustaba, pero ni quería, ni podía despertarme, necesitaba saber que
sucedía en aquella extraña caminata.
Sí, habéis leído bien, el sueño comenzó así, como cualquier caminata de las que suelo
realizar. Me encontraba sobre un camino polvoriento, la vegetación en sus
márgenes no tenía nada de especial, eran las mismas especies que he contemplado
cientos de veces en mis paseos por los montes gallegos.
Sin
embargo algo me inquietaba.
Caminaba
en solitario, algo que tampoco es nuevo, pero a mí lado podía escuchar
perfectamente los pasos de alguien más. Aunque no podía verle sin duda estaba
ahí, acompañado cada uno de mis pasos.
Manteniendo su caminar paralelo al mío, sin acercarse ni alejarse, sin
pronunciar ni una sola palabra.
De
repente mi camino cambió, ya no era aquel polvoriento sendero, ahora me sentía
flotar, carente de gravedad y rodeado de estrellas, planetas, cometas , etc.
No
tarde en reconocer mi nueva ubicación, el camino que ante mis ojos se estaba
presentando era la Vía Láctea, esa de la que habíamos hablado horas antes.
Aunque
era algo contradictorio, a pesar de estar camino por el cielo aquellos pasos seguían acompañando mi
caminar.
No
obstante el recorrido por el celestial sendero, no duró mucho, y rápidamente se
transformó de nuevo, y en ésta ocasión también podía reconocer el nuevo
entorno, ya lo había visto antes y era un camino inolvidable.
Tan
sólo lo había visto una vez, en una pantalla de televisión, era el eje central de
una película que se ha convertido en icónica.
En
efecto, me encontraba sobre el camino de baldosas amarillas.
Mis
sensaciones comenzaron a cambiar, de repente me sentía como cada uno de los
personajes de la película, y como ellos, también quería llegar junto al mago.
Necesitaba
que me diese “valor" para seguir adelante a pesar de todas las cicatrices
que colecciono .
Necesitaba
que mi cerebro pudiese entender todos los acontecimientos que se han ido
quedando sin respuesta, comprender el porqué de algunos cambios en determinadas
personas.
Necesitaba
un corazón, el mío fue destrozado hace algún tiempo, y se niega a volver a amar.
Si, también
me sentía como Dorothy, yo
también quería regresar, pero en mi caso era a un pasado feliz, donde todo era
distinto, donde había sido capaz de
dejar atrás los miedos, donde había comprendido que amar no es malo, donde mi
corazón estaba repleto de sentimientos y alegrías.
Pero como ocurre siempre, los sueños se
terminan, y nos despertamos justo antes de descubrir el final, y yo también me
desperté, justo cuando llegaba donde el gran mago.
A pesar de haberme despertado, una sensación
continuaba acompañándome, seguía sintiendo que alguien me acompañaba, aunque
seguía sin poder ver a quien pertenecían aquellos pasos que siguieron mi
caminar a lo largo del suelo.
Después
de episodio quise volver a ver al película, y la busque en internet. Mi sorpresa fue todavía mayor si cabe, ese
domingo era el aniversario, justamente
se cumplirían 50 años del estreno de este clásico.
Todavía
no se el motivo de tan extraño sueño, ni del porqué de todas esas coincidencias
que en él se daban, y aún intento descubrir quién seguía mis pasos en la
sombra.
Si
se os ocurren respuestas a mis dudas, no dudéis en compartirlas, seguro que
serán de gran ayuda.
C.
Rodríguez
25/08/2019
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