TU
ADIÓS
Sobre
mi piel como por incandescente hierro de marcar, en mi memoria como complejo
jeroglífico en las paredes de la gran pirámide, así se ha quedado grabado aquel
atardecer en que me dijiste adiós. Atardecer de intenso rojo en el cielo que
parecía presagiar todas las lágrimas que de mi corazón brotarían tiñéndolo todo
con la sangre que de sus heridas sigue manando cada uno de los días en que lejos
de ti vivo.
Doloroso atardecer de sangriento fuego que del corazón brota por
amor.
C.
Rodríguez
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