SI UN DÍA TE OLVIDO
Vivo sin vivir en mi, rezaba Santa Teresa,
yo no vivo porque mi corazón un día te di,
muero porque no muero, se lamentaba,
yo no muero, porque la esperanza no perdí.
Esperanza de ese amor encontrar
de atrás el dolor para siempre dejar,
esperanza de poder volver a amar,
sin tú inconsciente miedo a fracasar.
Larga se hace la vida,
si no hay con quien compartirla,
que largo resulta el camino,
cuando no puedo andarlo contigo.
Vivo porque morir no puedo,
muero porque vivir no quiero,
viviré porque te recuerdo
moriré si un día te olvido.
C. Rodríguez
31/08/2019
Un rincón personal donde, sin pretensiones ni florituras, dejar aquello que brota del corazón, marcado por los sentimientos y no por los sentidos. Todos lis derechos reservados. Si deseas utilizar parte o todo un texto, pide permiso y menciona su procedencia. Gracias por vuestra colaboración.
sábado, 31 de agosto de 2019
jueves, 29 de agosto de 2019
UN EXTRAÑO SUEÑO
UN EXTRAÑO
SUEÑO
Dicen
por ahí, que en la vida nada sucede sin una razón, sin un porqué o sin una finalidad.
Pues
supongo que algo estará por llegar o bien hay algo que ha pasado y todavía no
me he percatado.
Supongo
que os estaréis preguntando ¿a que viene todo esto? Pues sencillamente se trata
de un intento de analizar una serie de extrañas coincidencias, o tal vez no tan extrañas, supongo que alguien le encontrará un punto más
o menos lógico a todo ello.
El
caso es que este fin de semana ha sido pródigo en esto de las “casualidades”. Aunque
también es cierto que tal vez sea mi imaginación o mis ganas de escribir,
quienes me hagan verlo de ese modo. El caso es que fuese como fuere, lo
escribiré como una de esas historias que de vez en cuando salen de esa rara
coordinación entre mis revolucionadas neuronas y mis torpes dedos.
Comenzaba
el sábado ilusionado, con una actividad en el horizonte de las hora, llevaba ya
semanas deseando que llegase el día, y por fin lo había hecho.
A
medida que pasaban las horas mi
nerviosismo iba creciendo al mismo ritmo que las ganas por descubrir algún
nuevo rincón y aprender algo sobre las
estrellas.
Y
así fue, de la mano de una vieja conocida, y tras un pequeño recorrido cargado
de interesantes aportaciones sobre botánica, insectos, anfibios y el delicado
equilibrio que existe en la naturaleza, me vi ante uno de esos espectáculos que
nos brindan los cursos de agua en nuestra tierra, un hermoso salto de agua encuadrado
en un lugar que invitaba a la relajación y el pensamiento, (lastima no disponer
de más tiempo).
El
camino llegó a su fin, pero la noche no hacía más que empezar, y tras una
ligera cena llegaba el plato fuerte y que pondría un broche espectacular a una
estupenda salida en muy buena compañía.
Jesús
nos mostraba estrellas y constelaciones mientras nos contaba aquellas maravillosas
leyendas asociadas a cada una de ellas. Historias de amor, de celos, de
venganza y valentía, casi siempre con final feliz. Nos hablaba y nos hacía
recordar aquellas noches de nuestra infancia, noches en las que mirando al
cielo eran muchas más las estrellas que podíamos observar, cuando a simple vista podíamos contemplar la
Vía Láctea, ese camino celestial en el infinito firmamento.
Claro
que hasta aquí todo era normal, y así terminó la noche.
Lo
extraño comenzó en la madrugada del domingo, cuando me despertaba con un sueño
de esos que le dejan a uno pensando cual sería “el significado” de aquello que
ha vivido mientras dormía.
Son
muy pocas las veces en que recuerdo lo soñado, pero esta vez era distinto. El
sueño era tan real que asustaba, pero ni quería, ni podía despertarme, necesitaba saber que
sucedía en aquella extraña caminata.
Sí, habéis leído bien, el sueño comenzó así, como cualquier caminata de las que suelo
realizar. Me encontraba sobre un camino polvoriento, la vegetación en sus
márgenes no tenía nada de especial, eran las mismas especies que he contemplado
cientos de veces en mis paseos por los montes gallegos.
Sin
embargo algo me inquietaba.
Caminaba
en solitario, algo que tampoco es nuevo, pero a mí lado podía escuchar
perfectamente los pasos de alguien más. Aunque no podía verle sin duda estaba
ahí, acompañado cada uno de mis pasos.
Manteniendo su caminar paralelo al mío, sin acercarse ni alejarse, sin
pronunciar ni una sola palabra.
De
repente mi camino cambió, ya no era aquel polvoriento sendero, ahora me sentía
flotar, carente de gravedad y rodeado de estrellas, planetas, cometas , etc.
No
tarde en reconocer mi nueva ubicación, el camino que ante mis ojos se estaba
presentando era la Vía Láctea, esa de la que habíamos hablado horas antes.
Aunque
era algo contradictorio, a pesar de estar camino por el cielo aquellos pasos seguían acompañando mi
caminar.
No
obstante el recorrido por el celestial sendero, no duró mucho, y rápidamente se
transformó de nuevo, y en ésta ocasión también podía reconocer el nuevo
entorno, ya lo había visto antes y era un camino inolvidable.
Tan
sólo lo había visto una vez, en una pantalla de televisión, era el eje central de
una película que se ha convertido en icónica.
En
efecto, me encontraba sobre el camino de baldosas amarillas.
Mis
sensaciones comenzaron a cambiar, de repente me sentía como cada uno de los
personajes de la película, y como ellos, también quería llegar junto al mago.
Necesitaba
que me diese “valor" para seguir adelante a pesar de todas las cicatrices
que colecciono .
Necesitaba
que mi cerebro pudiese entender todos los acontecimientos que se han ido
quedando sin respuesta, comprender el porqué de algunos cambios en determinadas
personas.
Necesitaba
un corazón, el mío fue destrozado hace algún tiempo, y se niega a volver a amar.
Si, también
me sentía como Dorothy, yo
también quería regresar, pero en mi caso era a un pasado feliz, donde todo era
distinto, donde había sido capaz de
dejar atrás los miedos, donde había comprendido que amar no es malo, donde mi
corazón estaba repleto de sentimientos y alegrías.
Pero como ocurre siempre, los sueños se
terminan, y nos despertamos justo antes de descubrir el final, y yo también me
desperté, justo cuando llegaba donde el gran mago.
A pesar de haberme despertado, una sensación
continuaba acompañándome, seguía sintiendo que alguien me acompañaba, aunque
seguía sin poder ver a quien pertenecían aquellos pasos que siguieron mi
caminar a lo largo del suelo.
Después
de episodio quise volver a ver al película, y la busque en internet. Mi sorpresa fue todavía mayor si cabe, ese
domingo era el aniversario, justamente
se cumplirían 50 años del estreno de este clásico.
Todavía
no se el motivo de tan extraño sueño, ni del porqué de todas esas coincidencias
que en él se daban, y aún intento descubrir quién seguía mis pasos en la
sombra.
Si
se os ocurren respuestas a mis dudas, no dudéis en compartirlas, seguro que
serán de gran ayuda.
C.
Rodríguez
25/08/2019
sábado, 24 de agosto de 2019
TU ADIÓS
TU
ADIÓS
Sobre
mi piel como por incandescente hierro de marcar, en mi memoria como complejo
jeroglífico en las paredes de la gran pirámide, así se ha quedado grabado aquel
atardecer en que me dijiste adiós. Atardecer de intenso rojo en el cielo que
parecía presagiar todas las lágrimas que de mi corazón brotarían tiñéndolo todo
con la sangre que de sus heridas sigue manando cada uno de los días en que lejos
de ti vivo.
Doloroso atardecer de sangriento fuego que del corazón brota por
amor.
C.
Rodríguez
LA FLOR DEL MBURUKUJA
LA FLOR DEL MBURUKUJA
Ya sabéis cuánto me gustan las historias que mezclan amor y
tragedia, y la que hoy os traigo tiene mucho de ambas cosas.
Hoy os dejaré una vieja leyenda indígena, una de esas que
explican el porqué de las cosas, en este caso nos encontramos ante el
nacimiento de la fruta de la pasión, bueno más bien de la flor previa.
Espero que os guste.
Mburukujá no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que
le había dado un aborigen guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se
encontraba a escondidas, ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En
realidad, su padre ya había decidido que ella desposara a un capitán a quién el
creía digno de obtener la mano de su única hija.
Cuando le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó
que no la condenaran a consumirse junto a un hombre que ella no amaba, pero sus
ruegos solamente lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró
desconsolada, tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo
capitán no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería
permanecer confinada en la casa hasta que se celebrara boda.
Mburukujá debió contentarse con ver a su amado desde la ventana
de su habitación, ya que no estaba autorizada a salir a los jardines por la
noche y difícilmente lograba burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a
una criada de su confianza para que lo informara sobre su triste futuro.
El joven guaraní no se resignó a perder a su amada, y todas las
noches se acercaba a la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar,
y sólo cuando se percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su
posición se retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una
melancólica melodía en su flauta.
Mburukujá no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus
oídos y la llenaban de alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos
seguía tan vivo como siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los
agudos sones de la flauta. En vano esperó noche tras noche la vuelta de su
amado. Imaginó que el joven guaraní podría estar herido en la selva, o que tal
vez había sido víctima de alguna fiera, pero no se resignaba a creer que
hubiese olvidado su amor por ella.
La dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y
brillante como las primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no
destellaron con hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían
sonreír, se cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su
pena de amor. Sin embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con
ver aparecer algún día a su amante. Luego de varios días vio entre los
matorrales cercanos la figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado,
quien acercándose a la ventana le contó que el joven había sido asesinado por
el capitán, quien había descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá
pareció recobrar sus fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana
hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de su amado. Enloquecida por el dolor
cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella el cuerpo de
su amado confesó a la anciana madre que terminaría con su propia vida ya que
había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las flechas de su
amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo estuviera consumado
cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente juntos, la clavó en
medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de aquel que en vida
había amado.
La anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la
flecha comenzaban a transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón
de Mburukujá, pero cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes.
No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a
hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se
cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el
nuevo día le diera vida.
Nota: Los jesuitas, identificaron la flor del Mburucuyá con los
atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las
cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el Calvario. Y en los
rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las gotas coaguladas de
la sangre de Cristo. Esta flor tan singular, se cierra como si se marchitara al
ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando amanece.
C. Rodríguez
16/08/2019
sábado, 10 de agosto de 2019
QUIERO OLVIDAR
No es fácil tu recuerdo,
a diario con él muero,
que difícil es el olvido,
después de haberte amado.
Sueño que no ha sucedido,
la realidad me ha despertado,
soñaba abrazado contigo,
y solo me he despertado
Que fácil sería la vida,
con que amplitud sonreiría,
si no te recordase cada día
si no te sintiese este alma mía.
Te fuiste como se va el día,
contigo la luz te has llevado,
sólo sombras han quedado,
total oscuridad en mi vida.
No quiero de nuevo soñar,
no quiero volver a amar,
ya más no quiero llorar,
tan sólo quiero olvidar.
C. Rodríguez
7/08/2019
ACURRUCADO EN MI MIEDO
He visto de cerca tus ojos,
he querido tus manos tomar,
tu voz llenaba mis oídos,
he querido tus labios besar.
Tu figura ante mis ojos,
he querido tu cuerpo abrazar,
en silencio yo me alejo,
y mi corazón te quiere amar.
El miedo sella mis labios,
he querido tu nombre pronunciar,
acurrucado cual escarabajo,
en soledad y silencio he vuelto a llorar.
¿Cómo de nuevo comenzar?
¿Cómo olvidar lo vivido?
¿Cómo volver a confiar?
¿Cómo no pensar en lo que no ha sido?
Quiero poder de nuevo amar,
quiero en el pasado dejar de pensar,
quiero ser aquel que he sido,
quiero olvidar todo lo sufrido.
C. Rodríguez
5/08/2019
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